Europa inyecta euforia en los mercados


Una persona camina frente a los paneles de la Bolsa de Hong Kong. Los lí­deres de la zona euro aprobaron fondo de hasta 750 mil millones en la madrugada del domingo, al tiempo que las Bolsas asiáticas se contagiaron de optimismo. ARCHIVO

Al final, lo único que ha bastado para ahuyentar a «la manada de lobos» de la que habló el fin de semana el Ministro de Finanzas sueco ha sido un gesto tan viejo como eficaz: poner la chequera encima de la mesa.

Redacción Internacional
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Después de una semana en la que se prodigaron los discursos de apoyo a Grecia sin ninguna medida concreta, los lí­deres de la zona euro aprobaron en la madrugada del domingo -justo a tiempo para que las Bolsas asiáticas se contagiaran del optimismo- un fondo de hasta 750.000 millones con el que se pretende dar estabilidad a la moneda única.

Este movimiento no sólo ha impulsado a los mercados, que vivieron ayer una jornada de subidas históricas. También marca un paso fundamental en el compromiso de la Unión Europea de respaldar a sus socios más débiles e inicia el camino que puede desembocar en un Gobierno económico común.

«Cualquier intento de especular con la zona euro fallará. Todos los Estados apoyarán a cualquier socio que tenga dificultades», dijo ayer el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durí£o Barroso. El mismo que en la madrugada del viernes habí­a declarado que salvarí­an al euro «cueste lo que cueste».

El acuerdo polí­tico cerrado el domingo se complementa con la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de comprar deuda pública a través de los bancos centrales de cada paí­s. Jean-Claude Trichet anunció esta medida en abierta contradicción con lo que habí­a dicho el jueves. «Es verdad que los Gobiernos han logrado revertir la situación de extrema urgencia. Pero lo más importante de lo que sabemos por ahora ha sido el discurso del BCE. Supone el embrión de un futuro Tesoro europeo.

Con ambición polí­tica podrí­a ser que esta crisis, en vez de acabar con la Unión, suponga su reforzamiento. Ya pasó en 1993. Entonces se pensó que las tensiones podí­an fulminar el Sistema Monetario Europeo, y en lugar de eso, cinco años más tarde nací­a el euro», subraya Juan Ignacio Crespo, de Thomson Reuters.

«Europa ha ganado esta batalla a los especuladores. Hemos conseguido tiempo, pero las dudas seguirán. Necesitamos mayor coordinación, no sólo en materia fiscal y monetaria», añade el catedrático Santiago Carbó.

Lo cierto es que, al menos por ahora, los mercados pueden respirar tranquilos. Si el movimiento bursátil resultó espectacular, no lo fue menos en el mercado de deuda, verdadero motivo de esta crisis que, según reconocieron el pasado viernes lí­deres como Trichet y los lí­deres francés y español, Nicolas Sarkozy o José Luis Rodrí­guez Zapatero, ha puesto a Europa al borde del «riesgo sistémico». Esto es, del colapso económico. Lo mismo que ocurrió tras la quiebra de Lehman Brothers.

Los inversores que daban por descontada la incapacidad de Grecia para hacer frente a sus compromisos futuros de pago han cambiado de opinión tras la lluvia de millones y, sobre todo, tras la compra masiva de deuda pública por parte del BCE. La prima de riesgo de la deuda que emite Atenas, que se habí­a disparado hasta casi los 1.000 puntos básicos, cayó ayer por debajo de los 500. Es decir, la deuda griega a 10 años ha pasado de soportar unos intereses superiores al 12% al 7,7% actual. Más espectacular es aún la mejora en el bono a dos años, que en un solo dí­a ha mejorado más de 10 puntos porcentuales.

El potencial alivio para las arcas públicas se extendió ayer a los paí­ses europeos con una situación fiscal más preocupante: Irlanda, Portugal, Italia y España. En el caso español, la prima de riesgo del bono a 10 años se redujo de 160 a menos de 100 puntos básicos. La rentabilidad exigida al bono a dos años bajó del 2,85% al 1,91%. El anuncio de la inyección de liquidez también sirvió para dar fuerzas al euro, que en algún momento llegó a superar los 1,30 dólares.

España, como uno de los paí­ses en el punto de vista de los especuladores, se ha convertido en el caso paradigmático de esta vuelta del calcetí­n. El Ibex subió ayer un 14,43%. Con esta alza espectacular, la Bolsa recupera el terreno perdido durante los cinco dí­as anteriores.

Porque si la semana pasada se convirtió en la segunda peor desde la creación del Ibex, será difí­cil olvidar el lunes 10 de mayo, cuando el Ibex subió como nunca antes lo habí­a hecho. Continuando con la vuelta al calcetí­n, los bancos, las más castigadas hace unos dí­as, se convirtieron ayer en la niña bonita del parqué. Los dos gigantes, Santander y BBVA, subieron el 23% y el 22%. El Popular, un 20%. Los inversores que hace sólo unas horas huí­an de la banca, y más si vení­a de los paí­ses de la periferia del euro, corren ahora en su búsqueda con la misma pasión.

La euforia se contagió a todas las Bolsas del mundo, especialmente las de la zona euro. Alemania, una vez más, se comportó como el alumno que siempre saca buenas notas sin llamar mucho la atención: si en los dí­as de desplomes era la que menos caí­a, ahora sube, pero no de una forma tan violenta.

El acuerdo cerrado el fin de semana tiene, según Santiago Carbó, dos debilidades: el riesgo moral en el que pueden incurrir los paí­ses con más problemas al creer que siempre serán rescatados si incurren en demasiados gastos y el de no atajar los desequilibrios europeos. «Si no hacemos nosotros los deberes, corremos el riesgo de que nuestros socios nos llamen la atención. La barrera que los Gobiernos han puesto ahora es muy difí­cil de saltar por los especuladores, pero habrá que estar vigilantes, porque los tiburones pudieron acabar con los anteriores planes de ayuda», sostiene Carbó.