Los líderes de la Unión Europea lanzan hoy en Bruselas una cumbre de crisis que busca demostrar que el bloque no se paralizará tras el «no» irlandés al Tratado de Lisboa y puede dar respuesta a los problemas de la gente, como el alza de los precios del petróleo.
«Necesitamos el Tratado de Lisboa, el Tratado de Niza ya no basta», advirtió con claridad el jueves la canciller alemana Angela Merkel, al reafirmar la necesidad de que los 27 países de la UE ratifiquen el texto que debe facilitar el funcionamiento de la Europa ampliada.
Luego del golpe que supuso el rechazo en el referéndum de Irlanda la semana pasada, el Tratado de Lisboa recibió una bocanada de aire fresco el miércoles con su ratificación en el Reino Unido, que eleva a 19 el número de países que ya cumplió con el trámite necesario para que el texto entre en vigencia.
Sin embargo, apenas llegado a Bruselas, el primer ministro irlandés Brian Cowen reiteró el jueves que es «demasiado pronto» para presentar soluciones al «no» y dijo que la decisión adoptada por el 53,6% de sus conciudadanos «debe ser respetada».
«Es necesario para Irlanda tener tiempo para analizar el voto y las alternativas. Es demasiado pronto para propuestas», señaló Cowen tras reunirse con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.
Cowen tenía previsto presentar un primer análisis del «no» irlandés durante la cena de jefes de Estado y de Gobierno de los 27, en la que también podrían evaluarse fechas para discutir posibles soluciones a la crisis, tal vez en la próxima cumbre europea de octubre.
Si bien nadie ha hecho referencia a ningún plan en particular, la esperanza es que los irlandeses vuelvan a votar el texto con ciertos retoques, quizás en el primer semestre de 2009, como ya les había ocurrido con el Tratado de Niza, que rechazaron en 2001 antes de aprobarlo con algunas modificaciones en 2002.
«Desde luego, lo que no puede ser es que Irlanda, con todo el respeto democrático para quien se pronuncia en un referéndum, pueda parar un proyecto tan necesario como es avanzar en la integración europea», advirtió este jueves el presidente del gobierno socialista español, José Luis Rodríguez Zapatero.
En la misma línea, el primer ministro danés Anders Fogh Rasmussen consideró que el Tratado de Lisboa no debe reformarse pese al rechazo irlandés, y propuso «soluciones nacionales específicas» que sean aceptables para Irlanda.
Por ello, y tal como lo anticiparon los cancilleres de la UE en su reunión del lunes, la intención es dar tiempo a Irlanda y continuar adelante con el proceso de ratificación en los países que aún no han cumplido con ese trámite.
En ese sentido, la ratificación por parte del Reino Unido marca un punto de inflexión con respecto de la malograda Constitución rechazada por franceses y holandeses en 2005, ya que en aquel entonces Londres no había querido continuar con el proceso, enterrando cualquier esperanza de supervivencia del texto.
De todos modos, y con la intención de mostrar que el debate institucional no lo acapara todo, los líderes de la UE quieren dedicar buena parte de la cumbre a la mayor preocupación de los ciudadanos hoy en día: el alza de los precios del petróleo y los alimentos.
Con el precio del petróleo batiendo récords en torno a los 140 dólares el barril, Europa es desde hace semanas escenario de protestas de los sectores más afectados, como los pescadores, los camioneros y los agricultores.
Según un proyecto de conclusiones de la cumbre, los líderes de la UE se pronunciarán el viernes a favor de medidas de «corto plazo» para los más afectados por el alza de los combustibles y la inflación, aunque rechazarán iniciativas fiscales más generales.
Por último, los cancilleres europeos deben decidir el jueves por la noche el posible levantamiento de las sanciones impuestas a Cuba en 2003 y actualmente suspendidas, un tema que divide a la UE.
El primer ministro irlandés Brian Cowen afirmó hoy en Bruselas que es «demasiado pronto» para responder al «no» de sus conciudadanos al Tratado de Lisboa y reclamó tiempo para encontrar una solución a la crisis, frente a la presión de varios de sus socios de la Unión Europea.
«Es necesario para Irlanda tener tiempo para analizar el voto y las alternativas. Es demasiado pronto para propuestas», dijo Cowen tras reunirse en Bruselas con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, antes de la cumbre de la UE.
«Hace sólo siete días que los irlandeses dieron su opinión. Esta decisión debe ser respetada», estimó Cowen, quien se manifestó de todos modos a favor de «trabajar con vistas a una solución viable» para todo el mundo en la Unión Europea.
«Acepto plenamente el hecho de que vamos a necesitar trabajar intensamente en los próximos meses para identificar los soluciones posibles», agregó Cowen.
Muchos países europeos presionan a Irlanda para que proponga soluciones a la crisis provocada por el «no» de sus ciudadanos en el referéndum sobre el Tratado de Lisboa de la UE del pasado 12 de junio.
Una de las voces más firmes en ese sentido ha sido la de la canciller alemana Angela Merkel, para quien «Europa no puede permitirse una nueva etapa de reflexión», como la que se había abierto a mediados de 2005 tras el «no» de franceses y holandeses al malogrado proyecto de Constitución de la UE.