Alemania y Francia se toparon hoy con una feroz resistencia en su campaña para imponer un impuesto a las transacciones bancarias, por lo que la adopción de dicha carga fiscal en las 17 naciones de la eurozona va a resultar extremadamente difícil.
Además de enemigos tradicionales a esa idea como Gran Bretaña y Suecia, que no usan el euro, la propuesta fue recibida con manifiesta renuencia por aliados como Holanda, Luxemburgo y las naciones más pequeñas de la eurozona.
Esos países temen que la adopción, aunque sea por una cantidad ínfima, del impuesto a las transacciones de bonos, acciones y derivados podría hacer que los bancos, instituciones de crédito y fondos de inversión abandonen la Unión Europea si los otros centros mundiales de finanzas, como Hong Kong o Bombay, no imitan el ejemplo.
Mientras tanto, Italia dijo que encarecer el precio de las transacciones financieras podría perjudicar a los bancos en un momento en que están ya muy presionados, e incluso encarecer el precio del dinero a crédito ya que sus bonos serán cotizados a un precio menor en el mercado.
Los ministros de Hacienda de la UE debatieron el martes por primera vez una propuesta de la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, para imponer una pequeña carga fiscal a las transacciones financieras, que según la Comisión podría recaudar hasta 57.000 millones de euros (78.000 millones de dólares).
Aunque los 17 países de la UE comparten el principio de que el sector financiero debería compartir el peso de pagar por la crisis financiera, apenas hay interés en imponer un impuesto a las transacciones fiscales en otros centros de las finanzas mundiales como Estados Unidos, China, o Singapur.
«Si pudiéramos ponernos de acuerdo en un impuesto global a las transacciones financieras sería ideal, pero no va a ocurrir», dijo el secretario del Tesoro británico George Osborne.
Además, Osborne advirtió que el costo del impuesto sería pagado a la postre por los clientes de las firmas afectadas, como ciudadanos que inviertan en fondos de pensiones y los clientes bancarios.
Mientras tanto, otros sostuvieron que Europa, e incluso la eurozona, no puede esperar a que el resto del mundo adopte el impuesto.
«Se trata de una excusa para hacer nada», dijo el ministro de hacienda alemán Wolfgang Schaeuble. «Aguardaremos 20 años antes de hacer algo si esperamos a la última isla de este planeta».
Otro argumento es el uso que debería recibir el dinero recaudado por el impuesto. La Comisión quiere aumentar su propio presupuesto, mientras que Alemania y Francia espera usarlo para financiar su propio déficit, con una mínima parte destinada a un fondo para el desarrollo.
«El mismo dinero es gastado cuatro veces», comentó sarcásticamente Osborne a sus colegas.