Etta James es recordada por su pasión


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En su último disco «The Dreamer», lanzado tres meses antes de su muerte, Etta James interpreta varias canciones compuestas por otros, del clásico de R&B «Misty Blue» a la pieza de Ray Charles «In the Evening». Pero quizá la pieza más curiosa incluida en el disco es la clásica de Guns N’ Roses «Welcome to the Jungle».

Por NEKESA MUMBI MOODY NUEVA YORK / Agencia AP

Que James a sus 70 y tantos años interpretara la canción frenética de rock, aunque en un ritmo más cercano a sus raí­ces de blues, podrí­a parecer extraño, pero esa pieza es quizá la mejor representación de James como cantante y persona: de espí­ritu bullicioso y con la capacidad de cantar cualquier cosa que le pusieran enfrente, así­ fuera jazz, blues, R&B o una canción pesada de rock.

«Podí­a adentrarse mucho en un lugar crudo y sin barreras cuando cantaba, ese es el poder del gospel, del blues y del rhythm and blues. Ella le dio eso a todas esas hermosas canciones clásicas y de rock que interpretó. En ese gran número de discos que grabó, interpretó una variedad tan grande de material al que le dio una profundidad emocional y vocal muy única», dijo Bonnie Raitt, una amiga cercana de James en una entrevista el viernes por la tarde, tras la muerte de la cantante.

«Creo que eso era lo que atraí­a a la gente, además del hecho de que su personalidad dentro y fuera del escenario fuera tan grande e incontrolable. Era procaz y soez, digna, elegante, fuerte y vulnerable, todo al mismo tiempo, lo que hací­a que las mujeres nos relacionáramos con ella».

James, cuya canción emblemática era «At Last», murió en Los Angeles de leucemia a los 73 años. En sus últimos dos años de vida también luchó contra la demencia y otros problemas de salud que le impidieron presentarse en los escenarios.

Su vida fue difí­cil desde el comienzo. Su madre tení­a problemas con la ley y dejó que la criaran unos amigos, nunca supo quién era su padre (aunque creí­a que era el jugador de billar Minnesota Fats), y ella también tuvo sus propios obstáculos: décadas de adicción a las drogas, roces con la ley y otras dificultades.

Se podrí­a pensar que todas esas cosas apagaron el espí­ritu de James y su voz tiñéndola de tristeza. Pero a pesar de que podí­a proyectar depresión, enojo y dolor en una canción, su voz se definí­a más por su gran pasión. Fuera de ser depresiva, James representaba la lucha de una mujer que logró salvarse del abismo, una y otra vez.

James también solí­a ser irascible. David Ritz recordó cuando trabajaba con ella en su autobiografí­a y recorrí­a el paí­s siguiéndola. Una vez se le acercó con su grabadora y ella le gritó: «Â¡Si vuelvo a ver esa grabadora te la voy a meter por el!…»

Pero otras veces era efusiva, cálida y le gustaba hablar.

«Una vez que hablaba era sincera y sin barreras. Era un espí­ritu libre», agregó Ritz.

Aunque Ritz la colocaba en la categorí­a de otros grandes músicos como Ray Charles, Aretha Franklin y Marvin Gaye, nunca tuvo tanto éxito comercial. «At Last» era una clásica, pero hubo momentos en los que James tuvo que luchar para encontrar trabajo, y aunque ganó Grammys y entró al Salón de la Fama del Rock and Roll, no compartió la riqueza ni los discos multiplatino de sus colegas.

«Por lo menos tuvo una gran resurgimiento en su carrera como John Lee Hooker y B.B. King, y le quedan las décadas de admiración de las nuevas generaciones en el mundo», dijo Raitt. «Nadie es como ella, nadie podrá reemplazar a Etta».