Etiopía, deseosa de salir de Somalia, un avispero para sus tropas, retirará paulatinamente a su Ejército de ese país vecino, aunque no dudará en volver a Mogadiscio para impedir que los integristas tomen el poder.
Las tropas etíopes se desplegaron oficialmente en Somalia en diciembre de 2006 para respaldar al gobierno de transición somalí y expulsar del país a los tribunales islámicos, que habían llamado a la guerra santa contra el régimen de Addis Abeba.
La retirada etíope es posible gracias a la firma de un acuerdo el fin de semana en Yibuti, bajo la égida de la ONU, entre el gobierno de transición somalí y la principal coalición de la oposición, la Alianza para una Nueva Liberación de Somalia (islamistas moderados).
Este acuerdo persigue dos objetivos: poner en práctica el 5 de noviembre un alto el fuego firmado en junio que quedó en letra muerta y la retirada progresiva, de aquí a principios de 2009, de las tropas etíopes.
«El acuerdo concuerda con la posición de Etiopía sobre la retirada en orden de las tropas» de Somalia, comentó ayer Wahide Belay, un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores etíope.
En realidad Addis Abeba quiere salirse de la encerrona somalí desde hace meses, porque es testigo de la violencia cotidiana y la resistencia de las milicias islamistas extremistas, conocidas como las Shebab, contra su ejército.
A mediados de octubre, el primer ministro etíope afirmó que la retirada dependía «del compromiso político de los responsables somalíes», aunque insistió en que de todos modos regresarían en caso de necesidad.
«Si hubiera una amenaza, volveríamos para acabar con las shebab. Cualquier gobierno (somalí) es preferible a las shebab, a Etiopía y al pueblo somalí les interesa hacer lo que sea con tal de que no vuelvan al poder», recalcó entonces.
Una fuente gubernamental etíope aseguró recientemente que parte de «los soldados etíopes ya se retiraron de Mogadiscio, ya no están en Villa Somalia (residencia del presidente) ni en el centro de la ciudad, ni en la periferia. La AMISOM (Fuerza de Paz de la Unión Africana) tomó el relevo».
La oposición etíope acogió con satisfacción los planes de retirada.
«Nos alegramos de la retirada, cuanto antes se haga mejor», dijo uno de los jefes de la oposición parlamentaria etíope, Beyene Petros.
A su entender «Etiopía debería contribuir a la restauración de la paz en Somalia en el marco de la Unión Africana o de la ONU, pero no puede asumir sola esta carga cara y muy polémica».
Según un analista que pidió el anonimato «los etíopes planificaron una especie de retirada militar» y podrían mantener el control de algunos lugares estratégicos como el aeropuerto cercano a Mogadiscio o la frontera.
Además Etiopía no quiere dejar un vacío de seguridad retirándose de Somalia cuando la AMISOM, integrada por unos 3 mil hombres, no está en condiciones de reemplazar el cuerpo expedicionario etíope, estimado en 10 mil militares.
Entre los insurgentes la AMISOM es tan impopular como el ejército etíope.
Las shebab, que no participan en las negociaciones con el gobierno de transición somalí, anunciaron ya que no respetarán el acuerdo de Yibuti.