Millones de aficionados en el mundo esperaban con impaciencia el estreno mundial, el jueves por la tarde en Londres, de la primera parte de «Harry Potter y las reliquias de la muerte», última entrega de la saga del joven y popular mago.
Antes de su llegada a los cines el 19 de noviembre, los tres veinteañeros protagonistas de la película, Daniel Radcliffe (Harry), Emma Watson (Hermione) y Rupert Grint (Ron), llevarán a cabo el tradicional paseíllo por la alfombra roja desplegada en la céntrica Leicester Square.
«Harry Potter y las reliquias de la muerte» concluirá una de las sagas más populares de la historia editorial y cinematográfica: los siete libros de la saga vendieron más de 400 millones de ejemplares en 69 lenguas y los seis primeros filmes recaudaron 5.400 millones de dólares (3.900 millones de euros).
El éxito es todavía más impresionante cuando se sabe que la escritora británica J. K. Rowling fue rechazada por una decena de editores antes de conseguir que le publicaran el primer manuscrito («Harry Potter y la piedra filosofal) en 1997. Además, la tirada inicial fue de sólo 1.000 ejemplares.
El séptimo y último libro fue dividido en dos partes, la segunda de las cuales se estrenará en junio. Es una apuesta audaz pues las primeras páginas del tomo son de una lentitud tal que podrían decepcionar a los seguidores acostumbrados a la acción y a los espectaculares efectos especiales de los filmes anteriores.
Contrariamente a las otras películas, el trío Harry-Hermione-Ron decide no volver al colegio Hogwarts para magos para ir en busca de los «horrocruxes», los receptáculos donde el malvado Voldemort guarda partes de su alma para mantenerse inmortal.
La aventura, larga y terrible, pone a prueba hasta la amistad de los tres amigos, lo que da a la historia un lado más introspectivo y psicológico que en las películas anteriores.
«Me gusta el hecho de que sea diferente. Es más íntimo», reconoció recientemente a la prensa David Heyman, productor de la saga cinematográfica.
El director David Yates, que también dirigió las dos películas anteriores, negó que la división en dos partes estuviera motivada por el lucro.
«La decisión se tomó sobre una base puramente artística», dijo.
El rodaje de la segunda parte también ha concluido, por lo que los protagonistas cierran más de una década viviendo por y para el joven mago.
«Ha sido una parte enorme de mi vida. Voy a echarla de menos», dijo Rupert Grint.
«Inicio una nueva etapa», apuntó Emma Watson, quien además de continuar sus estudios en Estados Unidos y de su carrera de modelo y actriz, dice querer «escribir».
Daniel Radcliffe prefiere concentrarse en la actuación, y multiplica sus apariciones en el cine y el teatro.
A ninguno de los tres le gustaría sin embargo rodar una secuela de la historia del mago. «Diez años son suficientes», resume Daniel Radcliffe.