Estrategia polí­tica y Liderazgo


Cualquier polí­tico medianamente sensato investiga sobre cómo alcanzar el poder, intentado obtener la simpatí­a del ciudadano, sobre todo cuando se inicia un proceso electoral, para elegir autoridades municipales, legislativas y presidenciales.

Eduardo Villatoro

Byron Barrera Ortiz, en su libro Estrategia polí­tica y Liderazgo, que distribuye la editorial Artemis Edinter, responde con claridad didáctica y excelente capacidad de sí­ntesis a esas reflexiones. Este breve ensayo, además de ser oportuno, podrí­a convertirse en un instrumento de utilidad para el polí­tico novato y aun para aquellos que con mucha experiencia práctica, ya se encuentran anticipadamente en campaña electoral.

El autor entra con buen pie cuando comienza enfocando el tema de la democracia como expresión de la libertad, su origen semántico y el hecho de que ésta involucra la participación; pero, sobre todo, la preparación para la administración pública, teniendo como principio básico la conquista del voto universal y secreto, la libertad de votar, la vigencia de opciones reales, el principio de las mayorí­as y otros fundamentos.

También es cierto lo que dice el libro, respecto a que aún cuando se encuentren vigentes leyes y mecanismos que aseguran el sistema democrático, éste puede ser insuficiente si hay asesinato de lí­deres, fraudes, el uso de los recursos públicos a favor de los candidatos oficiales, disparidad de recursos entre contendientes muy ricos o con grandes contribuyentes y aquellos que carecen de dinero para financiar una campaña, o la falta de equidad en el acceso a los medios de información.

Serí­a apropiado que aprovechando la estructura de este interesante manual escrito por Byron Barrera Ortiz, se formen grupos en las aulas de estudios superiores desarrollando su contenido por temas, especialmente en las áreas humaní­sticas, polí­ticas y de comunicación social, aunque los más interesados serí­an los partidos polí­ticos que debieran contar con este documento, para educar a sus candidatos y cuadros dirigenciales, desde el aspirante presidencial hasta los pretendientes a diputados y alcaldes, aprendiendo no sólo principios de organización y estrategia, sino cómo se ordena, financia y orienta una campaña electoral.

El tema de la democracia deberí­a analizarse con sentido crí­tico. La actividad polí­tica como un derecho ciudadano debe reorientarse, no cayendo en estribillos, simples repeticiones, cancioncitas o frases demagógicas que ya no cuentan en una sociedad con exigencias de respuesta a las crisis. Una nueva Guatemala no se puede lograr con palabras vací­as, y de ahí­ que los candidatos y sus partidos deben explicar cómo van a resolver los problemas, divulgar sus planes, y sus equipos de trabajo abocarse a la realidad y necesidades de la población.

Asienta Byron Barrera que el partido polí­tico triunfador es el que nos une al Estado, lo que de inmediato nos lleva a un binomio que merece reflexiones cuidadosas, pese a lo que afirma Gerardo Prado al decir: «El Estado, concepto cuya sola anunciación poco nos dice, ya que se trata de un ente muy complejo y de naturaleza especial».

Como remate del libro, el autor ofrece un menú de acciones de campaña y finalmente un glosario de términos relacionados con la polí­tica, la democracia y el Estado. Un valor agregado del libro es que está elaborado para mejorar la práctica polí­tica de nuestro medio. Enhorabuena, Byron

Q- A propósito de polí­ticos, una amiga le envió un e-mail a mi compadre Romualdo Vershé, que cuenta la historia de un dirigente que muere trágicamente. Provisionalmente llega al cielo y se encuentra con San Pedro, quien le concede la última oportunidad de escoger entre el infierno y el paraí­so.

San Pedro acompaña al polí­tico al averno y de pronto se encuentran en medio de una pradera verde donde el recién llegado reconoce a viejos camaradas de su partido y de otras colectivos jugando golf. Al caer la noche lo llevan a cenar langosta y otros manjares, salpicados con vinos añejos y acompañados de guapí­simas chicas que complacen todos sus deseos. Allí­ también está Satanás, un tipo muy simpático que los atiende cortésmente.

En la madrugada, el polí­tico guatemalteco y San Pedro, quien no ha participado en la francachela y sólo ha estado observando, se despiden y retornan al cielo, donde el polí­tico se queda a solas durante 24 horas, paseando entre nubes, escuchando cánticos sublimes y música arrobadora.

San Pedro se le acerca y le dice al polí­tico que es tiempo que elija dónde quiere pasar la eternidad. El novato no duda y escoge el infierno. Baja nuevamente al averno y para sorpresa suya se encuentra en medio de un solar cubierto de desperdicios. Todos sus amigos vestidos con harapos, recogiendo desperdicios y chupando cáscaras de naranja. El Chamuco se le acerca y le pone un brazo en el cuello.

-No entiendo ?dice el polí­tico-, ayer estuve aquí­ y todo era diferente, espléndido, alegre, con preciosas mujeres y comida exquisita.

Satanás se limita a decir: -Ayer estábamos en campaña?hoy ya votaste por nosotros.