Estragos desde el inicio


En relación al inicio de la época lluviosa, dicho fenómeno natural implica aspectos para un análisis somero. Uno de ellos, el más relevante viene a ser que el marco es el mismo. Concluye en un panorama desolador, a causa de los invariables estragos que ocasiona de inmediato en todo el territorio nacional.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

La vulnerabilidad, caracterí­stica fundamental hace mayores destrozos en el territorio patrio de por sí­, y por ende se endurecen las consecuencias. Falta de previsión hace acto de presencia y constituye causal de la destrucción de viviendas formales, no se diga de las humildes covachas al borde de barrancos.

Sin que falten de inmediato los enormes derrumbes que dan cuenta pronto de muchas cosas a su paso demoledor y terrible. Los deslaves agregan la crisis en ese sentido y hacen más sombrí­o el caso, en medio de toneladas de 1odo, arena y piedra. Por obra de la necesidad las personas medio arman su casa como sea, lo antes posible.

En pocas palabras es dable la afirmación que siempre el arribo de las lluvias toman de sorpresa a buen número de pobladores. Pese al ciclo invernal que parte en mayo, no llevamos a cabo las acciones pertinentes, a tí­tulo a atenidos. Trabajos serios de mantenimiento de viviendas quedan para después durante mucho tiempo.

Evitar con anticipación el asolvamiento de los rí­os es un asunto que deja de considerarse prioridad uno. empero, después tal descuido lamentable provoca sin variación el fenómeno que al salirse las aguas de su cauce sobrevengan tremendas inundaciones de tierras laborables que destruyen todo a su paso: siembras, viviendas y animales, aparte de quedar incomunicados para 1argo rato.

Los torrenciales aguaceros, de padre y señor mí­o, generan momentos crí­ticos y angustiosos, capaces de privar de la vida a connacionales, ví­ctimas del desbordamiento de rí­os caudalosos. Cuando no, se suman en prolongada espera y aguarda de ser rescatados de los techos familias enteras, bajo el instinto de conservación.

Las pérdidas en total tienen el calificativo de cuantiosas, circunstancia por demás difí­cil de subsanar en ocasión que el paí­s esta agobiado en demasí­a. Hay entonces incremento de la pobreza y extrema pobreza, debido al gigantesco desbarajuste económico que amerita acciones fuera de serie a la mayor brevedad.

A nadie escapa que con la llegada de las lluvias torrenciales, la red vial surge destrucción y la interrupción del paso vehicular consiguiente. Es más, los puentes son dañados considerablemente, en menoscabo de las actividades diarias de rutina. Esa paralización genera descalabros de la maltrecha economí­a nuestra.

A la par de la época lluviosa aparecen de la mano la escasez y carestí­a de los granos básicos y restantes productos de la canasta ya de por sí­, inaccesible a la cabeza, pero pisándole los talones otra e piedra en el zapato. Se trata de la malintencionada especulación, que sujetos desconsiderados se aprovechan en su beneficio, poniendo precios en mayores alzas.

Y como si fueres poco lo anterior, las epidemias saltan sobre la humanidad de los guatemaltecos, de las ví­as respiratorias, trastornos gastrointestinales, fiebres y muchas etcéteras; El ambiente está preñado de virus malignos. Ese cúmulo adverso hace que la aludida época sea de peligro en sumo grado.

El cambio climático tiene que ver en esto y mucho más en el mundo, de tal manera que Guatemala no es la excepción. Ahora que se acentúa la necesidad de una producción extensa de granos básicos, las lluvias constituyen un factor principal en beneficio de la colectividad, para no recurrir a la importación, cuando tenemos vocación agrí­cola.