En 2006, a diez años de la firma de los Acuerdos de Paz y con el propósito de rescatar desde la perspectiva social y humana el espíritu de aquel compromiso, Fundación PROPAZ realizó una campaña de sensibilización que puso de nuevo sobre la mesa una realidad diversa y conflictiva. Entre sus actividades podemos señalar una caminata por la paz, conversatorios y cafés ciudadanos, y un concurso juvenil de ensayo sobre la significación de los Acuerdos de Paz.
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Parte medular de la campaña fue la publicación de cinco testimonios de paz: Rosalina Tuyuc: Testimonio de Dignidad Humana; El Poeta y el General: Ottoniel Martínez; Catalina Soberanis: Testigo de Paz; La Firma: Maco Luna y Testigo Especial: Ramiro Ordóñez Jonama; para dar a conocer las vivencias personales de cinco destacados guatemaltecos y guatemaltecas que vivieron el conflicto y la paz de manera diferente, pero en todos los casos de manera ejemplar.
En ese proceso, surge la iniciativa de presentar un testimonio en mayor profundidad. Es decir, de toda una vida, la de Gustavo Porras Castejón, uno de los signatarios de los Acuerdos de Paz. La obra las «Huellas de Guatemala» es un recorrido, desde distintas dimensiones y distancias, de la historia de Guatemala, contada por un testigo privilegiado que la vivió intensamente.
Esta iniciativa ha sido respaldada financieramente por la Agencia Sueca de Cooperación -ASDI- y la Real Embajada de Noruega.
La Hora: ¿Cuál es la esencia de Las Huellas de Guatemala?
Gustavo Porras Castejón: El objetivo fundamental del libro es dejar testimonio de una serie de experiencias vividas, con la preocupación de aportar insumos para los trabajos históricos que habrán de desarrollarse en el futuro. Junto con lo testimonial, hay una serie de reflexiones sobre la historia de Guatemala, y sobre dos momentos que, para mí, son muy significativos desde la tendencia que yo analizo, que es el derrocamiento del ex presidente (Manuel) Estrada Cabrera y lo que ocurrió después, y luego la Revolución del 44 al 54.
LH: ¿Qué temas aborda en el libro?
GPC: Aun cuando aborde temas como mi familia, el sentido que tiene no es en absoluto autobiográfico o cosa por el estilo, sino que busca ilustrar con el ejemplo concreto de mi familia, a un grupo familiar criollo guatemalteco. Explico en el libro que una de las mayores experiencias en mi vida y una de las más grandes oportunidades ha sido convivir con guatemaltecos de todos los orígenes, de todas las posiciones sociales, indígenas, no indígenas, etc., y entre otras cosas, darme cuenta del desconocimiento que hay entre los guatemaltecos, y cómo sustituimos el conocimiento por los prejuicios o por las caricaturas.
LH: ¿Cómo observaba el desconocimiento entre los guatemaltecos?
GPC: Yo me daba cuenta, por ejemplo, cómo el sector del que yo provenía, de una familia criolla guatemalteca, pues no tenía ni idea de los ideales de los revolucionarios ni de su calidad humana, etcétera, pero yo también escuchaba a los revolucionarios hablar del medio del que yo provenía, y obviamente aunque no faltaban elementos de verdad, sí había una esquematización o una falta de conocimiento sobre la realidad.
LH: ¿Cómo narra la historia guatemalteca en el libro?
GPC: El libro, digamos que es un recorrido de la guerra a la paz, aunque sus capítulos no están en orden cronológico sino que están ordenados en función del conjunto; comienza con la ofensiva del Ejército sobre el sur del Quiché, y obviamente, la situación que había antes de esa ofensiva, el trabajo que ahí se había realizado… hago memoria del Cráter, que es la primera organización en la que yo participé, de concepción social-cristiana, y por la que nos fuimos a hacer trabajo al campo, concretamente al departamento de Huehuetenango. Lo del Cráter es parte del trabajo de concienciación y organización que se fue haciendo en el altiplano y que en un momento dado, desembocó en la lucha revolucionaria armada, y luego la ofensiva del Ejército; por eso el primer capítulo se llama Momento Decisivo, porque en mi opinión, lo que ocurrió ahí rigió la suerte del movimiento revolucionario, en términos de que ya no podía aspirar a tomar el poder, puesto que esa área era neurálgica y estratégica, donde se podían acumular las fuerzas militares más importantes. Ahí habría que leer el libro para entender cómo el Ejército, para usar el lenguaje de la contrainsurgencia, le quito el agua al pez.
LH: ¿Algún grupo social se puede sentir identificado con la narración?
GPC: No necesariamente. Creo que desde el punto de vista de la hechura del libro, tal vez lo que yo considero más exitoso, es haber podido escribirlo en una forma muy coloquial, así como hablo, que era lo que mucha gente me había dicho. La gente siempre estaba insistiendo que tenía que escribir así como hablo y no hacer análisis tan densos y abstractos. El libro refleja mucho de la forma que tengo no solo de pensar, sino de exponer, que es vinculando muchas cosas que aparentemente no tendrían que ver pero al examinar el conjunto de fenómenos, sí tienen relación.
LH: ¿Cómo se entremezcla el carácter histórico y anecdótico en un libro?
GPC: El libro trata, por ejemplo, este aspecto de la ofensiva del Ejército y luego la Firma de la Paz hacia el final, y trata también una reflexión sobre la historia de Guatemala y la evolución de la situación entre Cráter y el momento de la Paz, pero también aspectos, como en la parte que se llama Mi Otra Vida, en donde yo hablo de mi gran afición al ciclismo, que es anecdótica y aligera la lectura, pero también es un reflejo de la realidad de Guatemala.
LH: Entre sus experiencias no faltan descripciones del territorio guatemalteco.
GPC: El tema de las experiencias yo lo pensé sobre todo, digamos como para dejar imágenes de Guatemala. Algo que poca gente, pero sí alguna, ha destacado en el libro, es que se compone como un canto a la belleza de Guatemala.
LH: ¿Cómo aborda los temas tan diversos de la historia de Guatemala?
GPC: Como un testimonio y una reflexión sobre Guatemala, su historia, su cultura, su identidad, salpicada de anécdotas que tienen que ver con mi vida, mi formación, el marxismo, cómo fue que yo llegué al marxismo, mi experiencia en París; trato de aplicar en el libro concepciones que yo aprendí sobre cómo vincular los procesos ocurridos en el derrocamiento de Estrada Cabrera y sobre todo en los años posteriores, o en la Revolución de Octubre del 44 y hasta el 54; hago una serie de vinculaciones entre lo que estaba pasando aquí y la realidad de la Unión Soviética, porque la influencia de los comunistas fue fuerte, y muchas cosas de las que nosotros aquí pensamos, que fueron una especie de pensamiento original, no lo son, sino que corresponden a tendencias del movimiento comunista internacional. Cuando fui a Europa ya tenía bastante cancha -por decirlo de alguna manera- porque nunca había tenido ese enfoque, generalmente yo aquí nunca había visto esa forma de percibir la realidad que aprendí con los trotskistas, quienes me decían mucho
LH: ¿Su libro está marcado por las vinculaciones con la Unión Soviética?
GPC: En el movimiento marxista hay muchas corrientes y una en particular, una que es considerada como el anatema son los trotskistas, con quienes yo me vinculé en Europa; se trata de relacionar la historia del mundo, no solo de Guatemala, con los acontecimientos de la Unión Soviética porque la influencia de los comunistas marcó el siglo XX; por ejemplo, aquí se hablaba entre el 44 y el 54 de que esta era una revolución democrática… aquí cualquiera oye
LH: ¿Cómo se aplicó en Guatemala la doctrina soviética?
GPC: En mi libro demuestro, cómo en el decreto 900 de Arbenz -sobre la Reforma Agraria-, los considerandos son la síntesis de esa teoría de la Organización Internacional Comunista o por ejemplo, en el derrocamiento de Estrada Cabrera, yo cito a Antonio Ovando Sánchez -figura prócer del movimiento obrero guatemalteco- diciendo que (la enfermedad infantil del izquierdismo nos había atrapado en sus dulces brazos y ya estábamos pensando en organizar soviets en Guatemala), entonces, ese pensamiento yo lo relaciono con la época ultra izquierdista de la Organización Internacional Socialista, cuando lanza la consigna de lo que hay que hacer en todas partes, que es la revolución socialista y los soviets; entonces el acelere de los trabajadores guatemaltecos no se entiende por sí mismo, sino que hay que vincularlo a ese lineamiento, y de esa forma ofrezco varios ejemplos en el libro.
LH: ¿Por qué dedica el libro a los jóvenes?
GPC: Porque es una historia de jóvenes. En general, así también es la de Guatemala. Mucho de lo que pasó entre el 44 y el 54 no se puede entender si uno no tiene en cuenta que el Congreso de la República entonces era de 28 años en promedio. Fue una Revolución de Jóvenes. En realidad la historia es de jóvenes porque el libro inicia cuando nuestro grupo tenía entre 18 y 19 años, incorporándonos al trabajo de campo, con la doctrina social de la Iglesia y después en la guerrilla.
LH: ¿Cual es la etapa más difícil que narra el libro?
GPC: No juzgo la historia en términos personales, yo la veo en términos del país. El momento más dramático y que en gran medida marcó mi actuación y vida política posterior fue la ofensiva del Ejército sobre la población, que yo la vi directamente… nadie me la contó. El inmenso sufrimiento que le implicó a la población el ataque militar y que marcó el acabose de la estrategia revolucionaria de tomar el poder. También me di cuenta de que una magnitud de sufrimiento de ese calibre planteaba muchas cosas, entre ellas, que no se trataba, así nomás, de lanzarse a una rebelión y una lucha armada, porque efectivamente, y no solo aquí, un Ejército siempre responde atacando a la población, entonces eso me marcó mucho en la necesidad de buscar salidas concretas para esa población, y que no todo sea luchar, ser reprimido, sufrir y la historia de los mártires y los muertos.
LH: ¿La historia de la Guatemala actual, cómo se diferencia de la época de guerra?
GPC: Ahora estamos viviendo una etapa inédita de Guatemala, donde alguno podrá contar mil cosas sobre la violencia actual, pero que dista mucho de la violencia de la guerra política, que no fue solo física, también intelectual. A diferencia de los jóvenes de ahora, nosotros fuimos una generación que creció con el sentimiento de la muerte metido hasta el tuétano, imposibilitada de dialogar y acceder sin peligro a obras de lectura. Algunos no se dan cuenta que la Guatemala de ahora es diferente de la anterior, aunque también tenga algunos problemas que antes no había, como la delincuencia. Y no se trata de que yo haya pasado momentos difíciles sino de que yo me di cuenta de lo que estaba ocurriendo en el país. Yo decía en tiempos de la guerra
LH: El libro describe la diferencia entre la Guatemala de antes y la de ahora.
GPC: Los jóvenes no vivieron el nivel de miseria que había antes en la Ciudad de Guatemala. Yo crecí en una capital en donde por lo menos, la mitad de los habitantes andaba descalza, había 72 por ciento de analfabetos. Cuando yo tenía 19 años, uno iba a una librería que estaba por el Palacio, que se llamaba Libros y Revistas Progresistas, donde vendían material revolucionario, pero en realidad era una trampa, y los equipos contrainsurgentes lo filmaban a uno y lo fotografiaban. En la Universidad empezó la persecución. Seguramente había libertad de cátedra pero la pena por ejercer era la muerte. Hoy tenemos unos porcentajes de desnutrición infantil que son una afrenta a la humanidad pero en mi época era mucho peor… los trabajadores siguen siendo objeto de abusos, pero ahí narro por ejemplo, de un camión con trabajadores a los que llevaban a la costa, y el humo del escape se metía en la carrocería, que estaba cubierta con una lona, lo que hacia que se muriera la gente y la iban tirando al lado del camino. Esa es la Guatemala de antes. La gente solo recuerda que antes no lo asaltaban a uno, ¿y los que se morían de hambre?, ¿los descalzos?, ¿y los trabajadores?
LH: La historia que usted cuenta va de la guerra a la paz. ¿Qué viene después?
Ahí nos vamos a meter a otra historia. En materia de los Acuerdos de Paz, efectivamente, no se han cumplido cosas fundamentales, como la Reforma tributaria, que es clave, porque eso ha perpetuado la debilidad del Estado de Guatemala… pero eso es otro libro.