Este Congreso, una razón más para no continuar con las reformas constitucionales


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Como es sabido, las reformas constitucionales que promueve el Presidente de la República han enfrentado una serie de oposiciones, desde aquellos que las califican de insuficientes, pasando por quienes indican que las mismas son innecesarias, pues no harán más que promover enfrentamientos o divisiones, hasta llegar a quienes pretenden aprovecharse de la coyuntura, llevando agua para su molino y politizando a más no poder diversas versiones y remedios constitucionales para nuestro enfermo país.

Juan Antonio Mazariegos G.


En todo caso y sin importar si en principio  se está de acuerdo o no con las mismas o bien si se consideran necesarias o no,  resulta importante señalar que dichas reformas, de conformidad con el artículo 280 de nuestra Constitución Política, deberán de ser conocidas y aprobadas por el Congreso de la República, previo a pasar a una Consulta Popular para su aprobación final y entrada en vigencia. Lo anterior, si bien no es más que el camino trazado por nuestra Constitución para el proceso de reformas constitucionales, se transforma en una galería del horror, cuando se ve, en qué se ha convertido el Congreso de la República hoy por hoy, con una agenda totalmente entrampada y en donde la cantidad de lo hablado,  hace rato dejó atrás a la calidad de las intervenciones o las propuestas de los diputados y que será este organismo el encargado de matizar y discutir las reformas que se promueven. Y es que resulta terrible pensar que si con el simple objeto de entrampar la agenda legislativa, un diputado como Roberto Villate, de Libertad Democrática Renovada,  se prende cinco horas del micrófono, dónde nos encontraremos o de qué seremos testigos, cuando estos mismos señores  se encuentren discutiendo las reformas a nuestra Carta Magna.  Por supuesto, el factor tiempo es importante, pero más aún es la posibilidad siquiera de que personas así sean las que decidan los cambios que se aplicarán a la propuesta del Presidente. En mi opinión este Congreso no tiene la calidad suficiente para poder conocer de las reformas constitucionales que se pretenden promover y eso de por sí se constituye en una razón válida para que el Presidente se abstenga de seguir promoviendo unas reformas que si bien pudieran ser necesarias, se pueden convertir simplemente en un poco más de circo para ese anfiteatro de anarquía en el que se ha convertido el Congreso de la República. Tal y como he indicado en otras ocasiones, en mi opinión el problema no es la ley y en consecuencia no es la Constitución la que no nos deja desarrollarnos como país, somos las personas las que finalmente, ante la inobservancia permanente de la ley la hacemos ineficaz. El hecho de que afirme que este Congreso no tiene la calidad para conocer sobre reformas a nuestra Constitución, no obedece más que al mismo principio, no es el Organismo el descalificado, son las personas que lo integran y su actuación diaria las que las descalifica.