Este año será de escaramuzas polí­ticas


En los últimos meses del año recién pasado (2009) comenzaron los tiritos de algunos polí­tico-partidistas que aspiran a ocupar el codiciado taburete presidencial.

Marco Tulio Trejo Paiz

Esa gente se ve entregada a organizar otras agrupaciones polí­ticas y/o a fortalecer las ya existentes. Al igual que muchos ciudadanos, participantes o no en la alharaquienta politiquerí­a, pensamos que la proliferación de partidos es el producto de las ambiciones personales de los lí­deres que ya todos conocemos. Deberí­an haber sólo dos o tres grupos polí­ticos en nuestro paí­s, ¡no más!, porque las únicas tendencias polí­tico-ideológicas son nada más dos bien definidas: la democrática y la antidemocrática. En otras palabras: la derechista y la izquierdista. Podrí­amos agregar otra: la de los centristas (centro-derecha y centro-izquierda), a los que, despectivamente, se tiene como gallos-gallinas. Es prematuro todaví­a emprender una campaña polí­tico-electoral, pero ya es el «costumbro» de quienes juegan con fuego en el palenque, como dirí­a Juan Pueblo desde la galerí­a… Ya al gobierno de turno casi no lo dejan trabajar y eso causa problemas a la colectividad nacional. En el ruedo tenemos ya como una decena de organizaciones polí­ticas. Unas de filas ensanchadas y ramificadas en todos o en la mayorí­a de los departamentos de la República, y otras apenas en pañales como los niños que ni siquiera pueden gatear … ¡Ah!, pero los liderejos de los grupúsculos están tratando de embaucar a los ciudadanos con sus cantos de sirena. Ofrecen nuestro mundo terrenal y el mundo celestial! ¡Quienes no los conocen que los compren, reza un refrán con sabor chapí­n! Pero continuemos. Ahora pasamos a referirnos a los presidenciables visibles, que pueden contar con buenos dividendos cí­vico-electorales en boca de urnas… El general Otto Pérez Molina, Eduardo Suger, Sandra Torres de Colom, Alejandro Giamattei (don Alex) y alguno que puede salir del PRG son los gallos de pelea capaces de sacarse el loterillazo -cualquiera de ellos- en las postrimerí­as del 2012. Pérez Molina es un lí­der bien fogueado. Representa la segunda fuerza polí­tica del paí­s. Y, al parecer, tiene mucho apoyo. Suger pede contar con los votos de la mayorí­a de profesionales, del estudiantado universitario, de los intelectuales y de otros sectores ciudadanos. Se considera que harí­a un «gobierno culto y realmente democrático. La señora Torres de Colom a la vez puede estar captando simpatí­as y reconocimiento entre la pobrerí­a urbana y rural por el trabajo que viene realizando para atenuar la situación de hambre y pobreza. Giamattei, que sacó buen número de sufragios en el pasado jaleo que dio el triunfo al ingeniero ílvaro Colom, también es posible que haga buen papel en los comicios generales que aun no están muy cerca. Ya mencionamos, pues, algunos de los personajes que apuntan a la diana presidencial. Todos o casi todos son dirigentes curtidos en las batallas polí­ticas que causan bullicio de parranda larga… Hay analistas polí­ticos de altos quilates que consideran que el general Efraí­n Rí­os Montt, a pesar de lo que se dice de él por haberse enfrentado a quienes pretendieron dar caravuelta a la institucionalidad para hacerse fuertes y monarquizarse a lo Fidel Castro en el poder público, es un lí­der polí­tico de peso pesado, pero no puede echarse al agua porque lo han atrapado las telarañas de la ley fundamental vigente. Guatemala necesita y urge un gobierno de orden, de paz, de tranquilidad, de seguridad y, en fin, de realizaciones positivas, porque en la tenebrosa actualidad hay muchos problemas difí­ciles, muy difí­ciles de resolver. Entre la población se escucha un grito clamoroso por un régimen de actuaciones eficaces, enérgicas, sin extremar las cosas. Se exige mano dura contra los criminales y demás delincuentes que tienen en constante zozobra, en gran amenaza, a las personas honradas que trabajan de sol a sol para subsistir dignamente con la familia. Ni siquiera se piensa en volver a las brutales dictaduras de antes de 1944, sino de dar verdadera expresión a la genuina democracia con plena libertad y demás atributos que nos brinda dicho sistema.