Estados Unidos se preparaba hoy para despedir al ex presidente Gerald Ford, con cinco días de servicios fúnebres y homenajes para el hombre que gobernó al país luego del trauma del escándalo de Watergate.
El presidente George W. Bush declaró el 2 de enero como día de duelo por Ford, quien murió a los 93 años el martes en su hogar en Rancho Mirage, California (oeste), lo que provocó una ola de tributos en Estados Unidos y alrededor del mundo.
«Invito a la gente del mundo que comparte nuestro pesar a unirse en este solemne rito», agregó Bush en un comunicado divulgado por la Casa Blanca.
Bush acortará sus vacaciones de Navidad hasta comienzos de la próxima semana para viajar a Washington para asistir a las ceremonias en honor al extinto ex mandatario, quien gobernó desde agosto de 1974 a enero de 1977.
Cinco días de actos solemnes en memoria de Ford comienzan hoy con una ceremonia privada para su familia, que se realizará en Palm Desert, California.
El féretro de Ford será llevado el sábado en avión a Washington para un funeral de Estado, que se efectuará bajo grandes condiciones de seguridad, antes de ser instalado en el Congreso durante dos días para recibir homenaje del público.
Otra ceremonia se realizará en la Catedral Nacional de Washington el martes, antes de que los restos de Ford sean finalmente llevados para ser sepultados el miércoles en el Museo Gerald Ford en Grand Rapids, Michigan (norte), donde residió durante años.
Ford, cuya presidencia es recordada por su controvertida decisión de perdonar a su predecesor Richard Nixon por su papel en el escándalo de Watergate, levantó olas póstumamente ayer al criticar directamente la guerra en Irak.
«No creo que yo hubiese ido a la guerra», dijo Ford al Post en una entrevista inédita realizada en 2004, justo un año después de la invasión dirigida por Estados Unidos que derrocó al gobernante iraquí Saddam Hussein.
En la entrevista conservada para ser publicada después de su muerte, Ford dijo que él habría impulsado más vigorosamente alternativas diferentes a la guerra, tales como sanciones contra el régimen de Saddam.
Ford también era crítico de dos de los principales impulsores de la guerra en Irak: el vicepresidente Richard Cheney — su ex jefe de gabinete en la Casa Blanca — y el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, quien desempeñó el mismo cargo durante su presidencia.
En todas partes del mundo hubo muestras de pesar por la muerte de Ford.
El primer ministro británico Tony Blair dijo que Ford sería «extrañado con cariño», mientras que la reina Isabel II estaba «entristecida» por la noticia de su muerte. Por su parte, el presidente francés Jacques Chirac lamentó la muerte de un «gran estadista».