Estados Unidos se dispone a entrenar y reconstruir al ejército de Irak, que hace apenas diez años fuera su enemigo, cuando faltan sólo 16 meses para su retirada completa del país.
Pese al fin de su misión de combate, los militares estadounidenses pueden todavía utilizar la fuerza, en caso de ser atacados o si Irak solicita su ayuda, pero su principal tarea ahora es la de formar a todos los peldaños del ejército y de la policía local, desde las cantinas hasta los servicios secretos.
En total, se van a llevar a cabo varios centenares de talleres para una operación sin precedente por su amplitud en la historia militar estadounidense, en el país que fue de 1990 a 2003, la bestia negra de Washington.
«Si queremos que Irak, esta nación crucial en Medio Oriente, sea un socio estratégico, es lo que debemos hacer», declaró en una entrevista a la AFP el general Michael Barbero, subcomandante de las fuerzas estadounidenses en Irak.
La misión de entrenamiento y de consejo en Irak (ITAM) se inició en 2004, apenas unos meses después de que la coalición desmantelara el ejército iraquí, sospechoso de albergar en sus filas a partidarios de Sadam Husein.
Esta gran operación tiene hoy un doble objetivo: permitir a Irak garantizar su seguridad interior y responder a las amenazas exteriores.
Sin embargo, en un contexto cada vez más violento, la reducción del contingente estadounidense –menos de 50.000 hombres– ha levantado temores en cuanto a la capacidad iraquí en el frente interno.
Para el general Barbero, lo importante ya no es la cantidad, dado que Irak cuenta con 440.000 policías y 220.000 militares. El mayor esfuerzo ahora gira en torno a la profesionalización y la especialización de estas fuerzas, como la policía científica o los especialistas en explosivos.
«Los artefactos explosivos siguen siendo la amenaza número uno en Irak», recordaba recientemente un teniente estadounidense a un equipo de artificieros de la policía de la provincia de Diyala (centro), que descubrían toda una gama de equipos ultrasofisticados llegados de Estados Unidos.
Para responder a una amenaza interna que ya no es «insurreccional» sino que es «puramente terrorista», el general Barbero estima que el esfuerzo tiene que centrarse sobre todo en los servicios de inteligencia.
«El contexto aquí es muy complejo y es difícil entender cuál es la amenaza y de dónde viene», explicó.
Las fuerzas iraquíes tienen que avanzar a la hora de compartir información «para producir servicios de información basados en la predicción», es decir, anticipar los atentados en vez de reaccionar.
«En diciembre de 2011, estoy convencido de que las fuerzas iraquíes serán totalmente capaces de garantizar la seguridad interior», dijo. El ejército iraquí debería entonces haber empezado a transferir algunas provincias a la policía.
El general es menos optimista sobre las capacidades convencionales del ejército de aquí a 2012.
El jefe del Estado Mayor iraquí, el general Babaker Zebari, estimó en agosto que su ejército no estaría listo hasta 2020.