Estado permitió guerra entre narcos


Narcotráfico. Policí­as de la ciudad de Buenos Aires detectaron varios kilos de droga durante un operativo.

La guerra que narcos peruanos libran en Buenos Aires por el negocio de la cocaí­na prosperó en la última década en los asentamientos precarios, donde los hampones se instalaron y reclutan a sus ’soldados’, debido a la impericia del Estado, dijeron expertos a la AFP.


«No hubo polí­ticas públicas que impidieran la concentración de marginalidad y frenaran la violencia, ni que elevaran el nivel de ’inteligencia’ de las fuerzas de seguridad para frenar a los narcos», dijo Mónica Cuñarro, ex titular de la Unidad Especial para la Investigación de Delitos Complejos de Drogas y Crimen Organizado (UFIDRO).

Cuñarro sacó a la luz en un informe divulgado en 2006 la compleja trama de las mafias peruanas que tras llegar al paí­s y desplazar del negocio de la cocaí­na a narcos paraguayos en 1996, montaron su cuartel general en un precario asentamiento del sur de Buenos Aires, donde viven decenas de miles de personas.

Cerca de la llamada villa miseria 1-11-14, un laberinto de viviendas a medio hacer donde reinan los narcos, la policí­a encontró el pasado martes 174 kilos de cocaí­na dentro de un auto conducido por un ciudadano peruano, tras un accidente automovilí­stico.

El enfrentamiento entre dos bandas peruanas por el control de la venta de cocaí­na –una de ellas ligada a la desbaratada organización maoí­sta Sendero Luminoso– dejó 20 muertos en los últimos tres años en las calles de la capital argentina.

La ’guerra’ traspasó los lí­mites del asentamiento 1-11-14 y se extendió a barrios porteños de clase media, como Palermo, Once y Almagro, donde sicarios, algunos de ellos recién llegados de Perú, ejecutaron a sus ví­ctimas a plena luz del dí­a.

«Las fuerzas de seguridad han dejado el control de varios territorios en manos de estos grupos, que se manejan con total impunidad, como lo hace la mafia», señaló Cuñarro en una denuncia elevada en 2006 a la Justicia, en la que reveló la complicidad de policí­as con la red de tráfico peruana.

Pero la denuncia fue desestimada y la fiscal dejó su cargo en la UFIDRO, creada por el gobierno en 2005, con un presupuesto de 2,5 millones de pesos anuales (800.000 dólares).

Los narcos peruanos utilizan a Argentina como paí­s de tránsito de la droga, que ingresa a través de ’mulas’ reclutadas en barrios pobres del paí­s andino, y en mayor medida en cargamentos que atraviesan las vulnerables fronteras por tierra o aire, y cuyo destino final es Europa, donde la cocaí­na se cotiza a precio de oro, según los expertos.

Uno de los costados más siniestros de esa red internacional de narcotráfico fue la aparición de cadáveres de personas que oficiaron de ’mulas’ dentro de contenedores de basura en las calles aledañas al asentamiento 1-11-14, arrojados allí­ tras ser retirada de sus intestinos la droga ingerida.

Ciento quince ’mulas’ con cocaí­na fueron detenidas en los aeropuertos argentinos en el primer semestre del año, contra 40 en igual perí­odo de 2006, y la cantidad de droga secuestrada en esos procedimientos pasó de 117,72 kilos a 455,99 kilos, según cifras oficiales.

«Lo que pasa en Buenos Aires es similar a lo que sucedió en Brasil y Colombia, donde los narcotraficantes se asentaron en villas miserias (favelas) para convertirse en los ’Robin Hood’ del lugar», dijo a la AFP Sebastián Cinquerrui, diputado de centroizquierda y autor de un informe sobre el consumo de ’paco’, una droga de bají­simo costo hecha con desechos de la producción de cocaí­na.

«Argentina es la parte local de una red internacional de tráfico y existe una descompaginación terrible en materia de inteligencia con los organismos internacionales», para frenar su avance local, denunció Cinquerrui.

El ministro del Interior, Aní­bal Fernández, reconoció recientemente el fracaso de la polí­tica antidrogas que pone el acento en la criminalización del usuario, y señaló que esa práctica dejó crecer a las bandas mafiosas que hoy exhiben su poder en las calles de la capital argentina.

Fernández anunció la formación de un comité cientí­fico de expertos que se abocará a delinear nuevas medidas para prevenir y combatir el narcotráfico, y puso en marcha convenios con Perú y España para profundizar la cooperación entre las fuerzas de seguridad.

«No hubo polí­ticas públicas que impidieran la concentración de marginalidad y frenaran la violencia, ni que elevaran el nivel de ’inteligencia’ de las fuerzas de seguridad para frenar a los narcos.»

Mónica Cuñarro, ex titular de la Unidad Especial para la Investigación de Delitos Complejos de Drogas y Crimen Organizado (UFIDRO).