«Estado judí­o»: impacto simbólico en Israel


Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí­. FOTO LA HORA: AFP MENAHEM KAHANA

El primer ministro Benjamin Netanyahu insiste en que Israel tiene que ser reconocido como «Estado Nación del pueblo judí­o», una cuestión que tiene importantes implicaciones en las negociaciones de paz con los palestinos aunque un impacto esencialmente simbólico en el ámbito nacional.


Netanyahu propuso públicamente ayer una nueva moratoria sobre la colonización si los dirigentes palestinos accedí­an a su reivindicación de reconocer a Israel como «Estado Nación del pueblo judí­o», una oferta rechazada sin sorpresa por los interesados por «no estar relacionada con el proceso de paz».

La ví­spera, en una iniciativa de ámbito interno, hizo votar por su gobierno un proyecto de una controvertida enmienda obligando a los candidatos no judí­os a la naturalización a jurar fidelidad al «Estado judí­o y democrático de Israel».

Netanyahu elevó la reivindicación de un reconocimiento de Israel como Estado judí­o al rango de cláusula indispensable de un eventual acuerdo con los palestinos.

Los palestinos rechazan esta exigencia, también descartada por la Liga írabe, que argumenta que reconocen a Israel desde un intercambio de correos en este sentido en septiembre de 1993 entre el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) Yasser Arafat y el primer ministro israelí­, Yitzhak Rabin.

«Israel tiene derecho a hacerse llamar como quiera, pero nosotros hemos reconocido al Estado de Israel», declaró el 20 de septiembre el dirigente palestino Mahmud Abas, que subrayó que la resolución 181 de la ONU en 1947 sobre el reparto de Palestina preveí­a expresamente «la creación de un Estado judí­o al lado de un Estado árabe con Jerusalén como capital internacional».

«No es normal que cada vez que un jefe de gobierno toma sus funciones en Israel venga a exigir algo nuevo a los palestinos», estimó.

En un editorial publicado el martes, el diario israelí­ Haaretz recordó que antes de llegar al poder en abril de 2009, en sus eslóganes electorales, Netanyahu exigí­a a los palestinos que contribuyan a la seguridad de Israel a cambio de contrapartidas.

«Ahora que no hay ataques terroristas, nuestro jefe de ventas inventó este gadget del Estado judí­o», ironiza el diario.

Israel no toco este tema ni en las negociaciones con Yasser Arafat, que murió en 2004, ni en los tratados de paz firmados con los Estados árabes, Egipto y Jordania, informó el Yediot Aharonot.

Los palestinos consideran que reconocer a Israel como «Estado judí­o» equivaldrí­a a reivindicar a renunciar incondicionalmente al derecho al regreso de los refugiados palestinos que tuvieron que abandonar su tierra con la creación de Israel en 1948, una de las cuestiones centrales del conflicto.

Afirman que esto supondrí­a un ataque a los derechos de la minorí­a árabe de Israel, compuesta por descendientes de los 160.000 palestinos que se quedaron en 1948, y que representan hoy cerca del 20% de la población.

La idea de obligar a los futuros ciudadanos a jurar fidelidad al Estado judí­o tení­a inicialmente como objetivo a los írabes israelí­es, según un propuesta electoral presentada durante la campaña de 2009 por el partido ultranacionalista del ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman.

En teorí­a, la versión retenida por el gobierno todaví­a les afecta, dado que podrí­a aplicarse sobre todo a los palestinos que aspiran a instalarse en Israel tras haber contraí­do matrimonio con un o una israelí­.

Pero en la práctica, según la asociación de asistencia judicial árabe-israelí­ Adalah, ningún palestino obtuvo la nacionalidad israelí­ desde una enmienda de 2003 que niega la agrupación familiar a toda persona originaria de Cisjordania, de Gaza o de un paí­s identificado como enemigo por parte de Israel.