Véalo por el lado que quiera, estimado lector, cada día que pasa seguimos viviendo en un Estado fallido. ¿Qué quiero decir con ello? Veamos qué sucede con el transporte individual y colectivo, algo vital y sumamente importante en cualquier país del mundo, especialmente para quienes quisiéramos disfrutar de todas las facilidades que permiten desarrollar de mejor manera las actividades productivas, generadoras de riqueza y de beneficio general para cualquier sociedad.
Se asegura que la regulación y control del transporte colectivo extraurbano de pasajeros está en manos del gobierno central. ¿Es eso cierto? ¿Cuántos años llevamos de contar con la famosa Dirección General de Transportes, la que sigue permitiendo que legales e ilegales, con seguros y sin seguros, propietarios, pilotos y ayudantes hagan lo que se les da la real gana? Ahora bien, si a usted se le ocurre dedicarse a esta actividad, entonces le aparecerán cuántas trabas, licencias, permisos, constancias, impuestos y contribuciones le obliguen, aparte de las exacciones ilegales de siempre.
Pero, ¿a cambio de qué? Las municipalidades, entidades descentralizadas del Estado, dicen tener bajo su control la dirección y coordinación del servicio de transporte colectivo urbano. Y vuelvo a hacer la misma pregunta ¿Es eso cierto? Si usted le pregunta a un empleado municipal cuál es el precio autorizado del pasaje, seguramente se reirá, viéndole cara de extranjero por hacer esta clase de pregunta. Pero si usted se la formula al usuario de camionetas en la zona 1, 18 ó 21 seguramente le va a contestar ¡Depende!, de la hora, del lugar, del abuso y mala voluntad del dueño del armatoste, brocha o del maleducado ciudadano conductor.
Y encima de ello, le recitan «el pasaje en Guatemala es libre», igualito al de la gasolina o del gas propano, le guste a quien le guste y le pese a quien le pese. Aparte de fallido, nuestro Estado es chupasangre, porque podrá hacer grandes esfuerzos para cobrarle al contribuyente honrado y cumplido más por el impuesto de circulación o de los de importación, pero sigue siendo muy malo para prestar eficaces servicios indispensables ¿O no están las calles y carreteras del país en pésimas condiciones?
Y ¿Qué me dice de la falta de señalización en esos mismos sitios, del desorden del tránsito, el que provoca la gran mayoría de accidentes, porque las policías y la Carabina de Ambrosio siguen siendo la misma cosa, sin poder ponerle coto al abuso constante de tantos conductores que se pasan por encima de las leyes que lo rigen?
Lo descrito antes no es más que la punta de un témpano de hielo para demostrar el Estado fallido de nuestra querida Guatemala, porque falta mucho por agregar, entre otras cosas ¿Qué decir de la pésima administración carcelaria, de la triste situación hospitalaria? y espérese tantito, que están por salir a flote las chuladas en las escuelas públicas, ¿Cuánto apostamos?