Hace unas semanas recibí un mail que me recordó la terrible discriminación que sufren en Guatemala las «personas discapacitadas», que en realidad son personas con capacidades especiales y que muchas veces no son comprendidas por los ignorantes o carentes de sensibilidad.
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En el mail me comentaron cómo un medio de comunicación se negó a publicar un anuncio en el que solicitaban contratar a un músico con capacidades especiales, aduciendo que exigir esa característica específica de una persona era una forma de discriminación.
Esa reacción sacó a luz la falta de conocimiento del personal encargado de la publicación sobre la “discriminación positiva”, que es el trato preferencial para quienes de una u otra forma se encuentran en una condición de desventaja en la sociedad y que requieren atención especializada.
El objetivo con la discriminación positiva no es privilegiar a las personas, sino ofrecer condiciones que les permitan maximizar sus fortalezas y minimizar sus deficiencias, y así como facilitar su participación en distintos aspectos de la vida diaria, en los que normalmente serían excluidas o marginadas.
Y si el desconocimiento de este concepto es malo en personas particulares y empresas, es aún peor cuando se trata del Estado y las instituciones públicas, que niegan posibilidades a las personas con capacidades especiales debido a la falta de políticas públicas y proyectos dedicados a este segmento de la población.
Se puede decir que el Estado sí es un discapacitado, porque no cuenta con las capacidades para valorar a las personas que no son iguales a la mayoría, aunque sí pueden realizar aportes a la sociedad en diferentes áreas.
Es interesante ver la debilidad del Consejo Nacional para la Atención de las Personas con Discapacidad (Conadi), al que se le asigna un ínfimo presupuesto, a pesar de la importancia que implica ser la única institución pública especializada en el tema.
Ya deberíamos darnos cuenta que necesitamos invertir más en Conadi y también invertir un poco de tiempo en nosotros mismos para reflexionar sobre cómo podemos ser parte del cambio y ser más incluyentes en nuestra vida diaria con las personas que necesitan un poco de ayuda.
La mayoría de guatemaltecos conocemos o conoceremos en algún momento de nuestras vidas a personas con capacidades especiales, pero solo muy pocos nos daremos cuenta de su potencial y de lo valiosos que son cuando se les dan oportunidades de superación.
Tampoco podemos dejar de lado la idea en que algún día, nosotros mismos podríamos ser personas con capacidades especiales y necesitaremos, no de igualdad, sino de la discriminación positiva.
Está bien la idea de ser competitivos y sobresalir individualmente, pero eso no implica dejar de ser solidarios y olvidarnos de ayudar a los demás, que con un poco de apoyo también pueden destacar en diferentes ámbitos.
Tal vez, la forma más viable de mejorar y ser competitivos no es pensando solo en nosotros mismos, sino llevando de la mano a las personas con deficiencias visuales, siendo amables con las personas con baja audición o aprendiendo el lenguaje de quienes no hablan.