Estado de vértigo


Por: Julio Donis Cáceres

Sociólogo

Las siguientes lí­neas pueden ocasionar vértigo, pero es la sensación que se vive cuando se está a la orilla de un precipicio. No sabemos cuán profundo es el agujero que se ha estado gestando y nada más se perciben los trazos tenues sobre los que se ha edificado el Estado que debimos haber fortalecido como la labor que ha quedado postergada, siendo ésta la tarea fundamental.


Vayamos por partes y analicemos el simbolismo en una suerte de estética polí­tica de la tragedia. El Estado se ha erigido sobre un terreno que por lo visto es flojo y por lo tanto tiene debilidades estructurales; seguir construyendo sobre esas condiciones puede ser una apuesta de mucho riesgo. Siempre hace falta recordar que el Estado de Guatemala se constituyó sobre un esquema capitalista a medias, basado en el trabajo forzoso de mozos alrededor de la explotación del café en el siglo XIX de lo cual surge el sistema económico que hoy conocemos. Sin embargo, como indica el historiador Carlos Figueroa, «Las relaciones de producción no eran en sentido estricto feudales, aunque la sociedad guatemalteca de ese momento de su historia era una sociedad capitalista efectivamente porque toda su producción, estaba hecha en función de la obtención de la ganancia, que es un rasgo esencial de ese tipo de sociedad». Pero la articulación capitalista al exterior se hizo con la intensificación de formas de trabajo que no eran capitalistas al interior de la sociedad, eran feudales. Esa historia constituyó entonces el terreno fangoso sobre el cual se fue edificando el Estado.

¿Por qué hay tantos asesinatos?

Segundo la incertidumbre; sabemos que el problema es grande y profundo, pero no tenemos ni los instrumentos ni las certezas para resolver dichas problemáticas que avizoran una dimensión colosal. Dicho de una forma angustiosa y utilizando la pregunta como herramienta universal para abrir nuestra noción del entendimiento, me cuestiono: ¿por qué hay tantos asesinatos? ¿Por qué hay un abismo entre pobreza y riqueza? ¿Qué significa la seguridad cuando nos encerrarnos entre portones, talanqueras, sistemas de alarma y muros? Cuál es la noción de Estado construida en el imaginario de la población que permite o no sentir el amparo de situaciones como las sucedidas en el sistema bancario? ¿Las anteriores preguntas podrí­an llevarnos a otro cuestionamiento mayor, acaso la sociedad ha crecido huérfana? O somos el producto de un Estado que se ha caracterizado por reprimir a sus ciudadanos y ciudadanas lo que nos ha conducido a la parálisis del miedo, o hay una despolitización ocasionada por una efectiva desorganización social?

Responsables por institucionalidad y por omisión

Tercero, la magnitud del agujero que se le abrió al Estado hace sentir temor porque nos deja parados en la nada, ese vací­o existencial. Pero también nos sitúa al centro de una gran interrogante, hasta donde el cáncer ha penetrado en las diferentes estructuras del Estado. Los problemas que develan la débil institucionalidad del Estado alcanzan una profundidad que es exactamente proporcional a la indiferencia de todos. En esto hay responsables por intencionalidad y por omisión.

Cuarto, cavar o tapar. Yo dirí­a que ninguna de las dos son opciones porque el riesgo de derrumbe sobre estructuras ya debilitadas puede ser mayor. Antes de seguir dando vueltas en cí­rculo sobre grandes iniciativas de diálogo o planes visionarios para el paí­s, que producen ciertamente una infinidad de reportes temáticos y sientan a muchos sectores, sugiero más bien asegurar dichas estructuras con soluciones que no repitan la misma catástrofe, anteponiendo la justicia y desterrando la impunidad. Además es importante retomar la tarea fundamental de construir el Estado que responda a las necesidades actuales de los guatemaltecos.

Apunto una aclaración a medio camino, cualquier similitud con el desastre del derrumbe de la zona 6 no es casualidad?.