¿Estado de Prevención o Estado de Represión?


La historia ha demostrado que los focos de estallido social tienen como factores núcleo, además de la pobreza, el bloqueo de las iniciativas de organización de las comunidades por mejorar sus condiciones de vida.

Juan Pablo Ozaeta

La represión a lí­deres comunitarios y la pobreza en la que ha vivido la población, incidió para que muchos habitantes de zonas rurales e indí­genas, se incorporaran al movimiento guerrillero. En otras palabras, es la falta de democracia lo que llevó a esa guerra.

Hoy en dí­a hay varios focos de estallido social bien identificados, y por las causas que he mencionado. Al que me quiero referir en esta oportunidad es San Marcos.

En este departamento, se ha venido padeciendo de un estado de prevención que ya lleva más de seis meses. En esta población se han desarrollado movimientos en oposición a la minerí­a, principalmente en los municipios del Altiplano, donde varias alcaldí­as han organizado consultas comunitarias, que han dejado fijada la posición de estas poblaciones, de que su opción no es la minerí­a.

Otro movimiento que tiene su ubicación en parte del altiplano, y ahora más fuertemente en la costa de San Marcos, es la oposición a la transnacional de distribución de energí­a eléctrica Unión Fenosa, y la exigencia por servicios de distribución alternativos y sin costos tan excesivos, bien sea nacionales o autogestionados.

Un estado de prevención que inició desde diciembre del año pasado, significa para una población que ya vivió en un estado de guerra, una vuelta triste al pasado. ¿Y cuáles son las causas de este prologando estado de excepción?

El gobierno central ha señalado que es parte de la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, en seis meses, ¿qué resultados en la lucha contra las drogas ha dejado el estado de excepción? Solamente se reportan erradicaciones de sembradillos de amapola, y decomisos de armas sin portación de licencia.

Los sembradillos, mayormente vistos en el altiplano del departamento, son propiedad de campesinos que ante un ofrecimiento de mejores ingresos de los que tendrí­an con la producción de alimentos, se ven motivados a realizar este trabajo. Por esto es que con su erradicación, no se observa ninguna captura. Mientras tanto, en Ocós y otros puertos las lanchas rápidas sacan droga de nuestra frontera, y de eso no se reporta ninguna acción.

¿Cuántos capos del narcotráfico podrí­an encontrar en el altiplano de San Marcos? Por el contrario; para la población que se opone a la minerí­a y a Unión Fenosa, el estado de prevención ha dejado como saldo no poder realizar manifestaciones públicas, porque ahí­ si dejarán caer su peso las fuerzas de seguridad. También varios lí­deres han sido asesinados.

Por su parte, el gobernador de San Marcos, Francisco Mérida Orozco, sí­ ha reconocido que el estado de excepción se ha prorrogado (casi siete veces consecutivas) por la presencia de grupos de inconformes en el departamento, que no quieren participar en diálogos.

Pero ¿Cuánto se puede creer en diálogos de gobiernos que no quieren reconocer la voz del pueblo manifestada en consultas populares?, y tampoco quieren atender recomendaciones de instancias internacionales que han comprobado que la minerí­a afecta la salud de las personas, y debe ser detenida.

San Marcos es una olla a presión en este momento, para evitar que estalle hay que parar los proyectos mineros, atender las demandas sobre Unión Fenosa y terminar con el estado de prevención.