«El lenguaje no es inocente. Las palabras no matan, pero ayudan a justificar el crimen».
-José Saramago-
La Franja de Gaza está limitada por Israel en su mayoría de territorio, por el mar Mediterráneo en otro lado y una pequeña parte da hacia Egipto, que ha cerrado su frontera y niega así la oportunidad de buscar albergue en su área a palestinos y palestinas.
usacconsultapopular@gmail.com
La longitud de Gaza es aproximadamente de 45 kilómetros y desde el mar Mediterráneo es bombardeada por los barcos israelíes.
Además, las tropas de Israel invaden y agreden a lo largo de su territorio y Egipto cobardemente hace de callejón sin salida.
La agresión ejecutada por el Estado israelí contra la población palestina y sus autoridades legítimamente electas, cuentan con toda la tolerancia e impunidad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y todas las potencias mundiales que lo integran.
Además, la barbarie cometida por el Estado sionista está basada en una política injerencista, agresora y asesina.
La inmensa distancia que nos separan de Palestina, no es suficiente para ignorar la masacre impulsada, desarrollada y ejecutada por el ejército Israelí contra el pueblo palestino.
¿Qué podemos hacer nosotros desde aquí, a miles de miles de kilómetros? Pues mucho. Las acciones cometidas por Israel contra Palestina constituyen crímenes de lesa humanidad, por lo que merecen el rechazo y la condena total de todos los pueblos, así como las más fuertes muestras de solidaridad con la población palestina, quienes defienden a toda costa su soberanía y libertad, derechos innegables.
Cabe mencionar que el Estado guatemalteco aplicó una política represiva contra su propia población durante los 36 años de guerra popular, misma que ejecutó con la asesoría y participación de los diferentes gobiernos israelíes que presidieron mientras duró la guerra. Israel prestó equipo y asesoría en contrainsurgencia, técnicas de tortura y represión.
Dentro de todas las contradicciones de este mundo patas arriba, el Presidente de Israel, Shimon Peres y Premio Nobel de la Paz de 1994, intentó justificar las agresiones e indicó, luego de iniciadas estas que «la paz estaría a la vuelta de la esquina sólo si, o cuando, los árabes amaran más a sus niños de lo que odian a Israel». Sin embargo, la paz estaría a la vuelta de la esquina solo con el cese inmediato de esta agresión y el retiro de las unidades militares israelíes. La paz sería posible con la pronta intervención del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la aplicación de las sanciones correspondientes al Estado de Israel.