Estado acorralado


La Prensa escrita coincide esta mañana en destacar el actual estado inflacionario del paí­s. El alarmismo de unos se confronta ante la necesidad de contar con mayores indicadores para que en efecto se pueda declarar una condición deflacionaria. A esta situación se agregan los atentados cruentos contra de funcionarios del Sistema Penitenciario. La fuga de peligrosos reos del centro preventivo de Quetzaltenango. La casi corrosiva manera de algunos al demandar la atención gubernamental frente a los más necesitados de alimentación y nutrientes. Nuestro Estado se encuentra acorralado ante sus propias carencias y limitaciones.

Walter Guillermo del Cid Ramí­rez
wdelcid@intelnet.net.gt

El tipo de cambio, con aumentos récord del precio del dólar estadounidense respecto de nuestro devaluado quetzal es uno de los componentes que tienden a generar profundos impactos en la economí­a. La baja de los productos de la Canasta Básica y su ausente consumo es uno, no el único, de los indicadores que anunciarí­an la deflación. El crecimiento negativo de la economí­a se viene a sumar al actual estado de cosas que prácticamente tienen sitiado al Estado de Guatemala.

En el ámbito polí­tico no se observan actitudes que complementen los esfuerzos del Ejecutivo. La regla impuesta parece ser aquella cuya máxima es ataque, destrucción o por lo menos obstrucción de cualquier esfuerzo que se emprenda para cambiar el statu quo.

Las dificultades de la gestión pública se acrecientan, este es el tiempo de la consolidación de equipos y pareciera, con la dimisión de la Ministra de Educación, que se continúa torpedeando la labor del gobierno central y con ello, por extensión debilitar esfuerzos conjuntos, acciones interinstitucionales y manejo apropiado y compartido de responsabilidades y compromisos.

Hoy, en adición a lo anterior, lo resuelto en el pasado por parte de algunos aspirantes a ocupar cargos en las Salas de Apelaciones, pesa en su contra. La ciudadaní­a, con cierta arrogancia, pero con propiedad, se ha apropiado de la rebeldí­a garantizada en la Constitución Polí­tica de la República para oponerse a nombramientos de dudosos profesionales del derecho en la nómina de los elegibles para impartir justicia. Esa otra gran ausente y que con cuya majestuosa impunidad da de comer a tantos. Paradojas del Estado acorralado.

En el juego de las oportunidades o posibilidades para generar empleos y con ello atenuar el impacto de la crisis económica mundial, la vista al agro es obligada. El desarrollo económico local (cuya expresión territorial es la unidad municipal con autonomí­a, más no soberaní­a) es el acertado punto de partida para concretar el desarrollo rural del grueso de la población guatemalteca.

No todo está escrito, espero. No todo puede y debe ser sombrí­o, deseo y supongo. Pareciera que el abismo entre lo actual, lo deseable y lo viable puede ser superado y en efecto alcanzar niveles superiores de vida. Pero, como en otras ocasiones, los grandes decidores nacionales tienen la palabra. Tienen la oportunidad de legar un Estado que se libere de las ataduras impuestas por modelos fundamentados en la exclusión, la discriminación y la negación de voz y presencia de las mayorí­as. Si toda crisis es una oportunidad, esta puede serlo. Veremos.