Estadio vací­o



A diferencia de otros deportes que gozan de una asistencia masiva o numérica en el estadio Mateo Flores, el pasado sábado en la inauguración de los XXII Juegos Deportivos para Ciegos y Deficientes Visuales, el coloso deportivo de la zona 5 lucí­a desolado y vació en sus cuatro puntos cardinales.

Desde cerca y lejos a penas se podí­a divisar en el centro del campo a unos cuantos padres de familia, a parte de los pocos concursantes, quienes acudieron a la justa deportiva con todas las ganas de apoyar a sus hijos.

Pero no importa, la indiferencia de la expectación quedó opacada por el rostro iluminado de la satisfacción de estos pequeños, adultos mayores y jóvenes no videntes, quienes con el simple hecho de participar ya habí­an ganado una de las batallas de la vida.

Sin embargo, hay que observar que en muchas ocasiones la ausencia de una voz de aliento en los graderí­os se debe al proceso de rehabilitación, ya que en el fondo se desconoce de la capacidad y potencial que pueden desarrollar las personas con discapacidad.

Es ahí­ cuando estos individuos a través de sus mismos espacios de participación han hecho gala de su habilidad deportiva.

Lejos de establecer ganadores, con el simple hecho de concursar se sienten satisfechos, pero aún así­, este tipo de espacio debiera de estimular la convivencia con las personas convencionales, es decir los que no sufren deficiencia fí­sica.

Pero más que eso, esta recreación debiera de servir para lograr la ayuda económica de por lo menos alguna federación, pues es sabido que de aquí­ han salido buenos atletas que han puesto el nombre de Guatemala muy en alto.