Cuando Argentina sufrió su aparatosa crisis económica hace una década, tras dejar de pagar su deuda soberana, arrastró a Brasil con ella, dejándolo casi en la insolvencia. Ahora Argentina está de nuevo tambaleándose, pero esta vez Brasil está mucho mejor preparado.
En la década pasada, Brasil ha fortalecido sus reservas extranjeras, llevándolas a 359 mil millones de dólares, más de nueve veces lo que eran durante la crisis argentina de 2001-02. Por lo tanto, el gobierno brasileño tiene más margen de maniobra en caso de cualquier descenso de la divisa argentina.
La clase media brasileña además ha aumentado en 40 millones de personas, que se han convertido en consumidores clave, estimulando la demanda y la producción y haciendo que las fortunas del país no dependan tanto del comercio extranjero.
Y a diferencia del pasado, los inversionistas extranjeros ahora distinguen entre las políticas argentinas de controles de precio y de cambio, y las más ortodoxas que Brasil ha tomado. Por lo tanto, hay menos riesgo de que los inversionistas sacarán su dinero de Brasil causando un colapso de la moneda.
«La exposición de Brasil a Argentina es mucho menos de la que era antes; hay mucho menos riesgo de contagio», opinó Ilan Goldfajn, economista de Itau Unibanco, el banco privado más grande de Brasil. «No creo que la crisis argentina afectará tanto a Brasil».
Aunque Goldfajn y otros economistas critican al gobierno brasileño por políticas económicas estatistas, sostienen que las de Argentina son mucho más intervencionistas. Los amplios controles de precios y cambio, además del enorme gasto público, han mermado las reservas extranjeras del país, que en los últimos dos años han disminuido por la mitad, llegando a 27 mil 800 millones de dólares. El mes pasado, el gobierno argentino quedó obligado a dejar de emitir dólares para apuntalar al peso, dejándolo perder 20% de su valor en una semana.
«Los inversionistas con quienes hablamos definitivamente distinguen entre las políticas económicas que ha aplicado Argentina y las que ha aplicado Brasil», declaró David Becker, en Sao Paulo, economista de Bank of America Merrill Lynch. «Es difícil creer que tendremos una situación como el 2002 porque esa era una tormenta perfecta».
En el 2002, la tasa de pobreza en Argentina aumentó hasta abarcar la mitad de la población y estallaron disturbios en varios puntos del país. Los bancos congelaron las cuentas de los ahorristas y la economía se contrajo en 28%. La crisis se contagió a Brasil donde el real cayó más de 50%, en gran parte debido a lo que ocurría en Argentina.
Hoy Argentina sigue siendo el tercer socio comercial de Brasil, detrás de China y Estados Unidos, y las empresas brasileñas exportan muchos de sus vehículos, lavadoras, neveras y otros productos a Argentina. Sin embargo, la proporción de Argentina en las exportaciones brasileñas está disminuyendo, de 15% hace una década a 8% hoy. La diferencia ha sido compensada en gran parte por China.
Goldfajn y otros economistas estiman que los problemas de Argentina le restarán a Brasil 0.3 ó 0.4 puntos porcentuales de producto interno bruto este año, una cantidad ínfima comparada con lo que sucedió antes.
Eso, sin embargo, no significa que Brasil puede irse a descansar.
La decisión de la Reserva Federal estadounidense de disminuir su programa de estímulo económico ha hecho subir los rendimientos de la deuda estadounidense y le ha quitado dinero de inversionistas a las economías emergentes como Brasil, a medida que los compradores de bonos recurren a los títulos de deuda de Estados Unidos.
El otro problema que tiene Brasil es Asia, especialmente por los cálculos de China de que su economía no crecerá tan rápido como antes.
«De lejos, lo que más afectaría a Brasil sería un abrupto freno de China», declaró Goldfajn. «Pero ello no es probable. La desaceleración china estará muy controlada. El riesgo más grande para Brasil probablemente será el alza de las tasas de interés en Estados Unidos».
China proyecta que su economía crecerá 7.5% este año, comparado con dobles dígitos del pasado reciente, lo cual aumenta la presión sobre Brasil para conseguir quien le compre sus materias primas. En la década pasada, se han disparado las exportaciones brasileñas de mineral de hierro, soya y otros productos a China.
Pero al mismo tiempo, Brasil no reformó su economía para hacerla más eficiente ni invirtió lo suficiente para mejorar su infraestructura, como puertos y carreteras, que le permitan trasladar mejor sus productos.
Un estudio de Capital Economics, una firma de investigación en Londres, determinó que debido a los problemas de infraestructura y a la ausencia del programa de estímulo económico del banco central estadounidense, el crecimiento de Brasil será «extremadamente débil» y que ese país «es sumamente vulnerable a la recesión si continúa la actual turbulencia en los mercados».
Aun así, las probabilidades de que los males de Argentina se contagien por Sudamérica son escasas, dijo la agrupación.
«Los países emergentes han resultado ser mucho más diversos en la década pasada», dice Capital Economics. «En el pasado, las crisis financieras se contagiaban de una economía a otra, principalmente porque compartían muchas de las vulnerabilidades. La situación actual es muy distinta y ya no tiene sentido percibir a las naciones del mundo emergente como una sola economía».