Esta noche es Nochebuena y mañana es Navidad


Las vivencias, las experiencias y el medio en que nuestra vida transcurre dan como resultado circunstancias que en estas fechas vuelven a nuestra memoria.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Durante mi niñez, la primera Navidad que recuerdo a la edad de cinco años transcurrió en el Barrio Moderno, en una casita alquilada, sin agua y drenajes, donde por primera vez mi hermana «Vicky» y yo tení­amos un dormitorio propio.

Recuerdo como si fuera hoy, que alrededor de la medianoche, estando nosotros ya dormidos, se abrió la puerta a oscuras y entró Santa Claus, dejando al pie de la cama de cada uno un regalo. Para mí­ una cajita de soldados de plomo que en esa época costaba cincuenta centavos, para mi hermana una muñequita.

Como pasa el tiempo, han transcurrido de esa fecha hasta el dí­a de hoy 65 años, el regalo fue modesto pero me dio tanta alegrí­a y disfrute que todaví­a sigue siendo uno de los que más he apreciado.

A los 13 años pasé la Navidad en Birmingham, Alabama con mucho frí­o, sin cuetes, tamales y sin casi darme cuenta, muy molesto y nostálgico, pero eso también es parte de las vivencias que nos enseñan a apreciar el poder estar cerca de quienes queremos y de quienes nos corresponden ese cariño.

Contrastando con la vivencia anterior, en 1959 pasé la Navidad con mucho calor en Chile y las 12 actuando de piloto de mi compañero Jorge Hidalgo, a quien su padre le habí­a dado un gran regalo, un autito, gracias a que don Jorge se habí­a sacado la loterí­a y como gran padre y esposo que siempre fue, dividió y compartió su premio con su familia y colaboradores. Al no saber manejar Jorge, me convenció de llevarlo a visitar a una amiga y con la parsimonia que le caracteriza, me hizo pasar las 12 en la casa de su amiga, muy a mi pesar, llegué tarde a donde yo hubiera querido y con quien hubiera querido pasarlas.

En 1960, como oficial del Ejército, me encontraba de guardia el 24 de diciembre en la Escuela Militar de Equitación, a eso de las 16 horas se me acercó el sargento Pedro Caal, excelente soldado, quien con franqueza me pidió salir y dirigirse a la cantina cercana a tomarse un trago por ser Navidad. Le respondí­ que su solicitud era improcedente, con sinceridad me manifestó: «mi teniente, vos te vas de franco y pasarás Navidad con tu familia, yo me quedo aquí­ porque estoy de alta». Ante su argumento lo autoricé salir tres minutos y regresar sin licor, corrió y al regresar el sargento de guardia lo revisó, no traí­a licor. A las 18:00 horas, al ordenar formar la tropa, se me informó que el sargento Caal estaba ebrio, al recriminarle que me habí­a engañado, me dijo, no mi teniente, sólo me tomé un trago como me diste permiso. Desconcertado le pregunté ¿de qué tamaño? él cuadrándose me dijo, de un cuarto mi teniente.

Como adulto mayor he pasado muchas navidades, algunas acompañado y otras solo; incluso hay quienes trataron que pasara una Navidad detenido. Hoy la pasaré con hijos y nietos, para no complicarme, ni complicarlos, las doce estaré en paz, tranquilo en mi camita, recordando a quienes he amado y a los que me han amado, especialmente a los que duermen el sueño de la paz.

Y mañana es Navidad, llamaré y visitaré a los compañeros y amigos que la vida me ha otorgado. A través de este medio deseo que todos los seres humanos puedan compartir con sus familias las presentes fechas, que Dios en su infinita bondad les otorgue paz, tranquilidad y si es posible felicidad porque esta noche es Nochebuena y mañana es Navidad.