¿Está la capital asentada en suelo falso?


Los señores del Insivumeh y de Conred, así­ como los cientí­ficos versados en geologí­a, opinan que el área en la que se extiende nuestra urbe capitalina es susceptible de eventuales hundimientos como el que se produjo en el Barrio San Antonio de la zona 6, así­ como de actividad sí­smica.

Marco Tulio Trejo Paiz

Los terremotos pueden tener una periodicidad, atinente a lo cí­clico, de alrededor de medio siglo (50 años), según los estudiosos del contexto geológico guatemalteco.

Ni más ni menos, se considera que el paí­s afronta la amenaza latente, potencial, de un cinturón de fuego que puede generar graves consecuencias para la población. En varios departamentos de la república se yerguen, altivos y con frecuencia muy activos, muchos volcanes gigantescos. Bueno…, también no muy titánicos.

El espantoso remezón que se produjo en las primeras horas de la madrugada del aciago 4 de febrero de 1976 causó enorme destrucción y alrededor de 25 mil ví­ctimas mortales, además de cientos de miles de hombres, mujeres y niños heridos.

La capital está, infortunadamente, en terreno falso que puede fracturarse en algunos lugares habitados o en ví­as de ser habitados.

Esos barrancos en los que se ha ido como de cabeza la principal metrópoli de nuestro patio centroamericano son fallas geológicas asaz peligrosas.

A estas alturas del tiempo, la urbe capitalina no sólo se ha hundido en profundos abismos abióticos, sino, para colmo de colmos, gracias a las desgracias de actuaciones de autoridades municipales de las diversas jornadas, ha saltado o atravesado esas negras fauces de la tierra.

Ante la peligrosidad de vivir o de medio vivir en este quebradizo valle de lágrimas y lagrimitas, únicamente debemos confiar en las medidas adecuadas, de carácter preventivo que puedan tomar los técnicos y los cientí­ficos del Insivumeh, de Conred, con el apoyo necesario y oportuno del gobierno de la república y, por supuesto, con la protección de Dios, el Supremo arquitecto del Universo.

El colapso del sitio donde está asentado el infortunado Barrio de San Antonio de la zona 6 capitalina nos da la idea de la magnitud del problema que viene afectando a sus moradores y, ante la penosa realidad, no debe cesar el monitoreo de la situación para no tener más tarde que lamentar nuevas tragedias.

Es lo preventivo lo que debe tener una de las primerí­simas prioridades en las agendas de los señores que se hallan en las principales posiciones de la municipalidad y de gobierno en todas las épocas. Lo curativo es secundario aun cuando pueda ser de urgencia en los momentos difí­ciles que se presenten.

Deseamos que con el esfuerzo de todos (cuerpos de servicio a los que sufren, de los que se encuentran en el poder y de la sociedad) se dé pronta y eficaz solución al terrible problema geológico del Barrio San Antonio. ¡Que así­ sea!