La visita del presidente francés Nicolas Sarkozy, esta semana, a Bruselas, donde defendió su idea de un tratado simplificado que reemplace al paralizado proyecto de Constitución, marcó el ingreso en la recta final de las negociaciones entre los 27 para lograr un acuerdo sobre la cuestión en su próxima cumbre de junio.
A menos de un mes de esa crucial cita que tendrá lugar los días 21 y 22, llegó la hora para la presidencia alemana de la Unión Europea de mostrar su arte negociador y acercar las distantes posiciones de los «ultras» defensores de la Constitución y los euroéscepticos.
«Se trata ahora de encontrar una fórmula que pueda responder a nuestro deseo de salvaguardar muchos aspectos de la sustancia del tratado, mostrando al mismo tiempo que hemos escuchado las preocupaciones de aquellos que no quisieron la Constitución», confió a la AFP el presidente de la Comisión Europea José Mauel Durao Barroso, tras su reunión del miércolespasado con Sarkozy.
La ecuación no parece sencilla y se asemeja a la búsqueda de la «cuadratura del círculo», aunque dos elementos despiertan optimismo entre quienes apuestan a un acuerdo: uno es la llegada al poder de Sarkozy en Francia; el otro, la firme decisión de la canciller alemana Angela Merkel de sacar al bloque de su parálisis.
En cuanto a lo primero, el propio Sarkozy indicó claramente durante su paso por Bruselas que la salida a la crisis institucional de la UE es su prioridad, aunque para ello plantee como «única solución posible» su idea de «mini-tratado» para reemplazar al texto rechazado por franceses y holandeses a mediados de 2005.
Esa propuesta pretende retener sólo las mejoras previstas para el funcionamiento de la UE con 27 miembros, como una presidencia estable, la ampliación del sistema de mayoría calificada y la creación de un ministro de Relaciones Exteriores.
Si bien no cuenta con el apoyo de los defensores de la Constitución, entre España, uno de los 18 países que ya ratificó el texto, la iniciativa de Sarkozy constituye una posición conciliadora con el «minimalismo» de los euroescépticos y es hoy por hoy la única alternativa realista puesta sobre la mesa.
Tanto Sarkozy como Durao Barroso señalaron el miércoles que «se progresa en torno de esta idea» de tratado simplificado, aunque desde la propia Comisión Euroepa se admitiese que un «consenso» de 27 está aún lejano.
De todos modos, y como señaló un diplomático en Bruselas, «hay un sentimiento de urgencia y de posibilidad, una venta de oportunidad bastante rara y la consciencia de que un fracaso no beneficiará a nadie».
Es en este punto en el que entra en juego el segundo elemento, la tradicional fuerza motora de Alemania, decidida sí o sí a lograr un acuerdo, como lo muestra su recomendación a las otros delegaciones para que mantengan sus reservas de hotel la noche del 22 de junio, previendo un maratón negociador, según indicó otro diplomático.
Concluidos los contactos con los «sherpas» (los representantes designados por cada capital), Angela Merkel multiplicará en las próximas tres semanas y media las bilaterales con sus homólogos europeos aprovechando cada ocasión, entre ellas la cumbre del G8 de principios de junio en Alemania en la que estará Sarkozy, pero también el primer ministro británico Tony Blair.
Sin embargo, y como lo aclaró el jueves un portavoz de Berlín, no hay que confundir decisión para lograr un compromiso con un acuerdo a cualquier precio, y la canciller Merkel ya reiteró su negativa a aceptar un tratado que invoque únicamente «los mecanismos de funcionamiento de la UE».
Quedan por ver ahora las señales de cada capital durante los próximos días y esperar la próxima reunión a alto nivel de los 27, el cónclave de cancilleres previsto el domingo 17 de junio en Luxemburgo, un encuentro que permitirá entrever si existe verdadera voluntad para lograr un compromiso.