España y Portugal celebran 25 años en Europa


Veinticinco años después de su adhesión a Europa, Portugal y España se debaten en una gran crisis que los señala como eslabones débiles de la Eurozona y los obliga a tragarse la sopa amarga de la austeridad y practicar reformas estructurales.


Parece que fue hace mucho aquel 12 de junio de 1985, el dí­a que se hizo realidad para los dos paí­ses ibéricos la firma del Tratado de Adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE), convertida luego en Unión Europea (UE).

Para estos dos primos del sur, apenas salidos de la dictadura y económicamente a la cola de sus vecinos del norte, la UE supuso un formidable doble salto, puesto que suponí­a una modernización acelerada y una consolidación democrática.

«Es que en el año 81 hubo en España un intento de golpe de Estado. Igual que no se nos ocurre ahora una guerra entre Francia y España, esto ahora es impensable», destacó Ignacio Molina, investigador para Europa en el Instituto Real Elcano de Madrid.

La UE fue una buena madre: desde 1986, año en que fue efectiva la adhesión a la CEE, España, segundo beneficiario de la Polí­tica Agrí­cola Común (PAC) detrás de Francia, cuenta con un saldo positivo de 90.000 millones de euros en fondos europeos, «mucho más que Alemania con el plan Marshall», destacó Molina. Portugal recibió 53.000 millones de los fondos europeos.

Los dos paí­ses aprovecharon la coyuntura para modernizarse rápidamente, con 2.300 kilómetros de autopistas construidas en Portugal, cerca de 11 mil km en España, trenes de alta velocidad, aeropuertos y metros urbanos. Llegaron ingentes capitales extranjeros y España vio nacer multinacionales de éxito.

En Portugal, el Producto Interior Bruto (PIB) por habitante pasó de menos de 7.000 euros en 1986 a 19.000 euros (76% del promedio de la UE de los 27) en 2008, mientras en España saltó de los 7.950 euros a los 23.874 euros en 2008 (103% de la media de la UE), antes de la crisis.

Hace ahora dos años, España se regodeaba de vivir un «milagro económico» envidiable, con cuentas públicas en superávit, tasas de crecimiento anual del 3% y el 4%. Era el perfecto «buen alumno», que atraí­a a millones de inmigrantes.

«Jugamos en la Champions League», llegó a felicitarse el presidente del gobierno socialista, José Luis Rodrí­guez Zapatero. Tras haber superado a Italia en PIB por habitante, buscaba otra meta: superar a Francia.

Pero la crisis financiera mundial, sumada al estallido de la burbuja inmobiliaria española en 2008, hizo que explotara el déficit público (11,2% del PIB en 2009). El desempleo se multiplicó más que por dos y llegó al 20% de la población activa, el doble de la Eurozona.

«La UE nos ha aportado muchí­sima estabilidad monetaria, a tener unos tipos de interés bajos, a conseguir financiación fácil hasta ahora por lo menos. Hasta hace dos años hemos creí­do que ya estaba todo hecho. Que simplemente habí­a que vivir de la comodidad de este contexto europeo», explicó Molina.

«Portugal se dejó seducir por estas facilidades y se encuentra ahora demasiado endeudado», afirmó José da César Neves, profesor de la Universidad Católica de Lisboa. «Es Europa la que impondrá la disciplina que necesitamos», añadió.

La falta de competitividad y las escasas perspectivas de crecimiento han agravado una crisis que ha servido de brutal despertador para estos dos paí­ses, que se creí­an protegidos por el paraguas europeo y que hoy descubren que ése puede darse la vuelta.

«La pertenencia al euro obliga a hacer el ajuste de competitividad de la economí­a española que se ha ido aplazando estos años por el importante crecimiento», considera Juan Carlos Martí­nez Lázaro, profesor de la IE Business School de Madrid.

Ahora, la reforma del mercado laboral, de las pensiones, del sistema financiero y de la educación llegan en un contexto de severos ajustes presupuestarios y sociales: los deberes impuestos en grado diverso a España y a Portugal son dolorosos.

Por eso puede que no haya razones para descorchar champán en las ceremonias oficiales previstas para mañana y sábado en Lisboa y en Madrid para celebrar esos 25 años en Europa.