En una inesperada confesión, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, reconoció hoy que se equivocó al confiar en el ex jefe de finanzas de su partido pero negó las acusaciones de financiación irregular y pagos sistemáticos de sobresueldos bajo la mesa.
Y a pesar de reiteradas peticiones de dimisión del opositor Partido Socialista y otros grupos minoritarios, Rajoy dejó claro que no piensa marcharse.
«Ni voy a dimitir ni voy a convocar elecciones legislativas», dijo Rajoy en un tenso debate parlamentario. «No me voy a declarar culpable porque no lo soy».
«Cometí el error de creer a un falso inocente, pero no el delito de encubrir a un presunto culpable», añadió en referencia al ex tesorero del Partido Popular Luis Bárcenas al que calificó de «delincuente».
El presidente español compareció en una sesión especial en el Parlamento para responder por los casos de corrupción y revelaciones periodísticas que han sacudido al gobernante Partido Popular, que en menos de dos años en el poder padece un enorme desgaste por la serie de impopulares medidas de austeridad aplicadas para combatir la crisis económica y un rampante desempleo de 26,3%.
Tradicionalmente esquivo con el tema, Rajoy sorprendió con una inesperada confesión en la que admitió que había brindado su apoyo a Bárcenas porque confiaba en su inocencia y porque se trataba de un hombre con más de 20 años de carrera en las finanzas del Partido Popular.
«Me equivoqué. Lo lamento, pero así fue. Me equivoqué al mantener la confianza en alguien (Bárcenas) que ahora sabemos que no la merecía», explicó.
Bárcenas, de 55 años, es la figura clave de varios casos de corrupción. Por un lado, se investiga la fortuna de hasta 47 millones de euros (62,4 millones de dólares) que ocultaba en Suiza y su relación con una presunta red de empresarios corruptos que estuvieron ligados al Partido Popular durante varios años.
Por otro, Bárcenas también es el supuesto autor de unos documentos que recogen casi 20 años de una supuesta contabilidad alternativa con retribuciones sistemáticas bajo la mesa a dirigentes populares, incluido el propio Rajoy.
Sin entrar en detalles sobre la causa judicial y los apuntes contables, el jefe de gobierno desmintió rotundamente la financiación irregular y reiteró que todos los pagos en su formación política son «blancos» y declarados a Hacienda.
Rajoy dijo que la utilización política que el socialismo está haciendo del caso daña la imagen de España en el exterior en un momento en el que la economía española, todavía lejos de la recuperación, evidencia síntomas de mejora tras moderarse la contracción del PIB en el segundo trimestre.
«Lograr este punto de confianza exterior nos ha costado mucho», dijo Rajoy. «Es el fruto del esfuerzo del conjunto de la sociedad española, de mucho sacrificio, y no podemos dilapidarlo por la gestión irresponsable de determinadas actuaciones políticas».
Los grupos de izquierda y en particular el líder socialista Alfredo Pérez Rubalcaba se mostraron muy críticos con Rajoy.
Pérez Rubalcaba consideró veraz la existencia de una contabilidad bajo la mesa del Partido Popular que salpica al propio Rajoy y pidió al presidente que dimita.
«Usted está haciendo daño a España», dijo Pérez Rubalcaba a Rajoy. «Por eso le pido que se marche; le pido un acto de generosidad con un país que no puede sufrir por tener al frente a un presidente como usted».