España no supera aún la Guerra Civil


Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista de España durante una entrevista desde su casa.  Foto  AFP Pierre Marcou

Para Santiago Carrillo, histórico secretario general del Partido Comunista Español (PCE) y uno de los actores de la «transición» democrática, la España de hoy todaví­a no ha cerrado las «heridas» del pasado, como demuestra la «resistencia» de la derecha a una investigación judicial sobre el franquismo.


«La guerra todaví­a no la hemos superado, sobre todo la derecha», estima en una entrevista quien fue secretario general del PCE entre 1960 y 1982.

«Las heridas de la guerra todaví­a están próximas» y «España necesita un par de generaciones para que la gente no se sienta ligada a uno o otro bando en que lucharon», según Carrillo, de 93 años, que durante la Guerra Civil (1936-39) fue responsable de la defensa de Madrid en el bando del gobierno republicano de izquierdas.

Alega que la prueba es la «resistencia» de la derecha española a que el juez Baltasar Garzón investigara la suerte de más de 100 mil desaparecidos de la guerra y la dictadura franquista (1939-75) , muchos de ellos enterrados en fosas comunes.

Garzón desistió de investigar hace dos semanas y el viernes pasado, la Audiencia Nacional, principal instancia judicial española, dictaminó que no es de su competencia.

«La intención de Garzón ha sido buena. Lo que él querí­a era lograr una condena del franquismo que todaví­a no se ha hecho en este paí­s. Pero por la ví­a judicial, con la magistratura que tenemos no obtendremos este resultado», según Carrillo, que se retiró de la polí­tica en 1991.

Esta cuestión «se tiene que resolver polí­ticamente», mientras que la Ley de Memoria Histórica aprobada a finales de 2007 por el gobierno socialista español no ha ido lo suficientemente lejos a la hora de rehabilitar a las ví­ctimas del franquismo», estima.

«Los republicanos siguen en las fosas como si fueran delincuentes» y las autoridades deberí­an hacer algo «muy sencillo»: «deberí­an tomar a su cargo desenterrar rápidamente estos restos y darles sepultura».

Su último libro, «La crispación en España», recientemente publicado, pretende ilustrar cómo España no ha superado el pasado.

Para él, la confrontación polí­tica entre el gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y del opositor Partido Popular (PP, derecha), es fruto directo de la Guerra Civil y la dictadura.

«Esta crispación se debe fundamentalmente a que estamos tratando de resolver hoy problemas que otros paí­ses de nuestro entorno han resuelto ya hace dos siglos o más», escribe.

«España no ha hecho una revolución burguesa nunca» y «la Guerra Civil» y «40 años de dictadura han tenido efectos catastróficos en este paí­s», arguye.

La derecha española, que gobernó entre 1996 y 2004, ha suavizado su discurso tras su derrota en las elecciones legislativas de marzo de 2008, pero sigue convencida de que «la capacidad de tener el poder le viene del derecho divino (…) y que cuando la izquierda está en el poder, está usurpándolo».

Otro resultado de la historia es «la influencia» que sigue teniendo la Iglesia católica, la organización capaz de movilizar a las masas «más importante que hay en este paí­s», estima.

«Si hay algo que hacer aquí­ es conseguir que este paí­s sea de verdad un paí­s laico, y que sin ninguna persecución a la Iglesia católica, el Estado esté realmente separado de la Iglesia», sostiene.

Carrillo, que tras la guerra pasó 40 años en el exilio en Francia y tras la muerte de Franco, en 1975, participó en la redacción de la Constitución española tras la legalización del PCE en 1977, sigue siendo republicano pero apoya la monarquí­a en la coyuntura actual.

«Tenemos una monarquí­a como nunca hemos tenido en España, una monarquí­a neutral en la lucha de los partidos polí­ticos, que no ha venido impuesta por la derecha y que no se inclina a favor de la derecha ni de la izquierda. En esta situación, plantear el problema del régimen serí­a un error», estima.

Su partido integra hoy la coalición Izquierda Unida (IU), que sólo obtuvo un diputado en las pasadas elecciones, contrariamente a la primera legislatura del Congreso de los Diputados (1979-82) en la que el PCE tení­a 25 diputados.