Espacio para el diálogo


Cuando tras el caso Rosenberg se aprobó apresuradamente la Ley de Comisiones de Postulación se cumplió aquello de que la crisis genera oportunidades y ahora, cuando tras el esclarecimiento del crimen los empresarios y el gobierno se encaminan a un proceso de diálogo para definir un proyecto de Nación, podemos decir que ese asesinato, que causó tanta conmoción y que ha provocado incredulidad en tanta gente, está siendo factor para propiciar encuentros y la búsqueda de acuerdos entre dos polos que se vieron confrontados seriamente en los últimos meses, no sólo por la llamada crisis de mayo, sino por la existencia de un discurso con fuerte olor a lucha de clases.


Sostenemos que Guatemala es un paí­s que ha tenido demasiada confrontación en las últimas décadas y con resultados más bien pobres. Ha sido de tal calibre la confrontación que hasta sufrimos una guerra que nos costó miles de muertos y con esa experiencia es importante que entendamos la importancia del diálogo, de la búsqueda de acuerdos para construir el tipo de paí­s que deseamos para nuestros hijos. Indudablemente la explicación que nos diera la CICIG hace ocho dí­as de la forma en que se produjo el crimen del licenciado Rosenberg provocó traumas, pero en alguna medida ha sido positivo que esa conmoción ahora sirva para que todos tengamos una actitud más prudente y dispuesta al diálogo en busca de entendimiento en temas cruciales para la Nación. Es mucho decir que se trata de otro efecto positivo que se puede encontrar de todo este complejo caso, pero sin duda alguna que hay sentimientos ahora entre los guatemaltecos que nos llevan a actuar con más mesura y menos desconfianza mutua y por ello la posibilidad de que se pueda encontrar un gran acuerdo nacional. Por supuesto que el mismo no puede ni debe ser únicamente entre el gobierno y los empresarios que están en el CACIF, puesto que eso serí­a limitar mucho las posibilidades de la concertación, pero es un paso importante que entre los sectores que mostraban mayores distanciamientos se sienten a hablar de buena fe. Y hay que hacerlo con los sectores polí­ticos, con los grupos sociales organizados y con todo aquel que tenga algo que ofrecer en busca de un futuro mejor para Guatemala. Pero para no caer en generalizaciones tontas e inútiles, valdrí­a la pena que a partir del último gran acuerdo nacional que fueron los Acuerdos de Paz, se pudiera establecer una agenda que le diera impulso a ese pacto nunca ejecutado y que a partir de sus puntos esenciales podamos definir la nueva agenda de un nuevo compromiso entre los guatemaltecos.