El artista Oliviero Rainaldi, quien fue criticado duramente por el Vaticano por crear una escultura del papa Juan Pablo II que algunos dicen burlonamente que se parece más al dictador fascista Benito Mussolini que al amado y fallecido pontífice, recibió la oportunidad de redimirse.
El escultor acordó recientemente realizar los cambios decididos por un comité de expertos en arte, funcionarios culturales y académicos.
En una entrevista con The Associated Press, Rainaldi admitió que recibió una mala prensa, pero sostuvo que todo es parte del ser un artista.
«Incluso Miguel Angel fue criticado» por su trabajo en la Capilla Sixtina, dijo el escultor en una entrevista en su estudio en Roma, levantado en lo que alguna vez fue una fábrica de pastas.
«La crítica es inevitable», agregó.
Durante la primavera boreal pasada, la presentación de la escultura en bronce de casi cinco metros (16 pies) de altura fuera de la principal estación de trenes de Roma desconcertó a la gente y comentarios sarcásticos del crítico de arte del Vaticano. El alcalde Gianni Alemanno decidió entonces nombrar al comité.
El panel «sugirió que se le diera una nueva oportunidad al artista … para rehacerla, tanto como sea posible, de forma similar al acuerdo original», dijo Francesco Buranelli, un miembro del comité y un alto funcionario del Vaticano para las artes en una entrevista para AP Television News.
En un comentario publicado por L’Osservatore Romano, la crónica generalmente moderada de la Santa Sede, el crítico Sandro Barbagallo opinó que la estatua parecía como si hubiese caído una «bomba» y que la cabeza de Juan Pablo II parecía apoyarse sobre una «garita de centinela» con la puerta abierta.
Barbagallo lamentó también que el hecho de que pocos pudiesen reconocer la escultura como un homenaje a Juan Pablo II era un «pecado».
Al preguntarle qué trató de expresar con su trabajo, Rainaldi dijo a la AP que el espacio abierto significaba «un símbolo de apertura, de derribar muros».
Juan Pablo II «se dio a sí mismo, se vació» en el nombre del diálogo, dijo Rainaldi al explicar el enorme espacio que el crítico del Vaticano calificó como «un corte profundo».