Mientras persisten las causas de los problemas sociales que afectan a la juventud, como la violencia, la deserción escolar y el reducido acceso a salud reproductiva, el programa Escuelas Abiertas tiene un estrecho margen de incidencia sobre la niñez y la adolescencia.
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Guatemala es uno de los países de América Latina con los más altos y alarmantes índices de trabajo infantil. En un estudio profundo sobre ese tema, realizado sobre la base de la última Encuesta de Condiciones de Vida, se constató que los niños, niñas y adolescentes representan el 30 por ciento de la fuerza laboral de las familias pobres.
Conforme aumenta la edad, son más los niños y niñas que engrosan las filas del trabajo, y menos los que asisten a la educación formal; este número aumenta en la zona rural, donde la mayoría de menores colabora con labores remuneradas con su familia, refiere el estudio.
Pero el problema no es sólo el trabajo. El estudio da cuenta que la niñez y adolescencia, un grupo vulnerable en la sociedad, también se ve afectada por la falta de oportunidades de empleo, reducido acceso a la educación -de cuestionable calidad-, alimentación insuficiente y limitado acceso a atención de salud, además de ser un blanco fácil de la violencia e inseguridad
En ese contexto, el Consejo de Cohesión Social desarrolla el programa Escuelas Abiertas, que tienen dentro de sus objetivos ofrecer espacios de recreación y educación no formal a los niños, niñas y jóvenes de áreas marginales, dentro de las mismas instalaciones en las que funcionan las escuelas públicas.
A pesar de ese esfuerzo, la incidencia e impacto del programa es reducido, refieren analistas, quienes coinciden en que las iniciativas de Cohesión Social son sólo paliativos para los problemas que les afectan de manera directa, pero no ofrecen soluciones a las causas estructurales que los generan.
Según Samuel Fadul, especialista en educación, «la juventud se ve corrompida no por los malos gobiernos, ni porque no existan programas que los ayuden, sino que la causa es la desintegración familiar o simplemente viven fuera de un hogar donde se les comprenda», y destaca que para ese problema todavía no se plantean soluciones.
«Los programas de Mi Familia Progresa, simplemente son «paliativos» o «temporales» para algunos de los inconvenientes por los que tienen que pasar los jóvenes, peor todavía están muy lejos de ofrecer una solución a los problemas».
INTEGRALES
El director de Programas de Save The Children Guatemala, Rubelsi Alvarado, considera que los programas sociales son importantes y tienen una incidencia favorable sobre al niñez y la juventud.
«Específicamente el programa de Mi Familia Progresa, que desde nuestro punto es positivo porque ayuda a que más niños y adolescentes asistan a las escuelas», refiere.
Sin embargo, recalca que los programas asistencialitas tienen que «estar acompañados de varios recursos, como lo son las aulas, equipamientos, materiales didácticos para los docentes», para que sus objetivos se cumplan y tengan una incidencia real sobre el grupo objetivo.
«Una cosa es la cantidad de adolescentes y niños que asisten a la escuela y si hay un incremento(…) pero, esto no quiere decir que haya calidad educativa», añade Alvarado.
En el caso de la atención en salud, estima que hace falta un programa especial para ofrecer a los jóvenes servicios de educación sexual, debido a que los servicios públicos no cuentan con una proyección con ese sentido.
Por otro lado, aunque el programa Escuelas Abiertas ofrece capacitación en algunas actividades técnicas, es todavía insuficiente para considerarse un promotor del empleo. «Los jóvenes continúan sin las herramientas necesarias para ingresar al sistema laboral», refiere el analista, aunque reconoce que el ambientes es «mucho mejor» y más favorable que el de las calles.
Pese a todos los inconvenientes, destaca que Escuelas Abiertas es un programa positivo, aunque la asistencia de niños y jóvenes todavía es reducido.
«Ni la promoción ni la motivación es suficiente; es alta la cantidad de jóvenes que no asiste a las escuelas», refiere el representante de Save the Children Guatemala.
«La desintegración familiar, falta de educación, de empleo, de oportunidades, falta de una familia que les deje experimentar sus errores, las cuales son pocas, han provocado que los jóvenes y niños busquen salidas rápidamente como los son las pandillas, delincuencia y violaciones», explica.
CONDICIONADOS
Fernando, un joven amante de la música a quien sus amigos suelen llamar «Mr. Fer», que participa en Escuelas Abiertas y es el representante de la organización juvenil Trasciende, aseguró que a pesar de los programas existentes, hacen falta espacios para que los jóvenes y los niños se distraigan con actividades que les gustan.
«No existen espacios de distracción y en los existentes se les condiciona a los jóvenes para que no trabajen, pero la situación obliga a muchos a buscar un trabajo», relata.
«Yo estoy de acuerdo en que se busquen espacios de recreación, de distracción, de arte, de baile, de pintura, de música y tantas cosas que hay para que los patojos se dediquen a ellos a una mejor vida, y no decidan ingresar a pandillas y a ser parte de la delincuencia que recientemente ha afectado al sector juvenil», argumenta
«Los trabajos de la primera Dama, Sandra Torres son buenos, porque da chance a que los jóvenes asistan a las escuelas, pero no existe lo más importante (…) que es la integración de una familia, paz y empleos», lo cual se consolida sólo con condiciones de vida aceptables en el país.
Sobre el trabajo infantil la directora de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Usac, Mirna Sosa, comenta «que la mayoría de guatemaltecos -los pobres- son personas trabajadoras y ante esto tienen que llevarse a sus hijos a trabajar porque sólo así subsisten, por lo que la educación, que es importante e indispensable para la superación personal, se quedara relegada a un segundo plano».
Asimismo, Sosa asegura que a pesar de que los programas sociales pueden tener la intención de alejar a la niñez y juventud de la violencia, «la sociedad está enseñando a la niñez a ser violentos asumiendo actitudes violentas que además aprenden en el seno familiar, en la escuela,».
UBICACIí“N
Fernando asegura «que los programas de Gobierno son buenos, pero deberían llegar a todos los lugares donde se necesitan que estén funcionando; en algunos casos son simplemente programas temporales o condicionantes que no atañen a la juventud».
Por otra parte, la Sociedad Civil para el Desarrollo de la Juventud y la Fundación para la Juventud (SODEJU-FUNDAJU), presentaron en conjunto el programa regional para la prevención de la violencia y desarrollo integral de las y los jóvenes, donde éstos manifiestan sus principales demandas, que son derechos económicos, sociales y culturales.
Las propuestas más integrales, como las de la sociedad civil, tienen una mejor aceptación dentro de la población joven, pues los planes realmente están adecuados a las necesidades del grupo objetivo.
La incidencia de los programas de Cohesión Social, aunque es positiva, tiene una reducida cobertura y no llegan a una gran cantidad de jóvenes, como los que se encuentran dentro de las áreas marginales y zonas rojas del país, coinciden analistas.
Se intentó localizar en repetidas ocasiones al vocero de los programas de Cohesión Social, Edgar Rosales, sin embargo no respondió a las llamadas, de esa forma se deja una laguna de información sobre cuanto se ha ayudado a la juventud y niñez de lugares donde se encuentra Escuelas Abiertas.
966,361
Niños y niñas Sufren explotación laboral en Guatemala
507 mil
menores de edad Entre 14 y 17 años trabajan en el país.
12 mil
Niños menores de 6 años Trabajan en el país
20 %
De los niños del país sólo trabajan
62.4 %
De los niños en el país sólo estudian
18 %
De los niños en el país no trabajan ni estudian.
63 %
De los niños trabajadores, lo hacen dentro de la agricultura.
76 %
De los niños agricultores, no reciben remuneración directa, sino a través de su familia.
74 %
De los menores que trabajan en la agricultura pertenecen al área rural.
Según la Encovi de 2000, en Guatemala había 937 mil 530 menores de 18 años en las condiciones de trabajadores; en 2006, se registraron aproximadamente 966 mil 361 niiños, niñas y adolescentes que llevaban a cabo una actividad económica.
Aunque hay una relativa baja en el porcentaje del trabajo infantil, de 23 por ciento en 2000, a 21 por ciento en 2006, aún es alto el índice de trabajo infantil en comparación con los indicadores de un país con crecimiento económico.
En términos relativos, la colaboración remunerada infantil dentro del hogar ha disminuido en dos por ciento en un término de seis años, aunque en términos absolutos, es decir, el número de niños trabajadores, la cifra ha aumentado en tres por ciento entre una medición y otra.
La población joven en el país es representada en un 51 por ciento, que está viviendo en la pobreza: los indígenas son los más afectados, según la investigación denominada «Y la juventud qué», actividad presentada por el Centro de Acción Legal para los Derechos Humanos.
La investigación analizó la situación de violencia que afecta a la población joven, y refirió que la visión de seguridad del Estado para este sector es «represiva», pese a que la responsabilidad es la de salvaguardar sus derechos fundamentales.
SEGíšN EL ESTUDIO, un 70,6 por ciento del total de la población de Guatemala eran niños, adolescentes y jóvenes, y de ese total un 38,29 por ciento pertenecen a algún pueblo maya, garífuna o xinca.