Los recuerdos de una vida son la mejor escuela. Habiendo trabajado toda la vida por una mejor Guatemala, en cierto y determinado momento de esa lucha tuve la oportunidad de conocer a Rigoberta Menchú, cuando recién se iniciaba en sus luchas por esa Guatemala que ambicionamos; fue allá por Quetzaltenango, cuando hizo quizás una de sus primeras, si no la primera concentración en el campo de la feria de Xela; impresionante manifestación del poder de convocatoria, llenó esas instalaciones y campesinos de todas partes se congregaron.
Con el deseo de aprender más le solicité, en el Hotel del Campo, autorización para asistir a escuchar su mensaje, a lo que por supuesto accedió, no sin antes calificarme de saraguate; de igual manera me sucedió con la actual diputada Nineth Montenegro, quien me calificó de machista, pues nunca asistía a reuniones con mi esposa. Fue un terrible jalón de orejas, sin que ella llegara a imaginarse que lo mismo le acontecería a su debido tiempo: en su participación partidaria jamás la he visto en compañía de su compañero, aunque bien sé que su esposo fue desaparecido por las oscurantistas fuerzas de la corrupción. Ahora finca sus intereses en la fundación de un nuevo partido político, Encuentro por Guatemala, de acuerdo a sus metas e ideales.
Cada quien creemos ser únicos propietarios de la verdad, aunque los cristales a través de los que veamos sean distintos. La vida se encarga de llevarnos a las realidades del diario convivir.
Sin apasionamientos partidistas, nada más con la sana intención de que la luz brille para los guatemaltecos en general, sin distingos de capacidad económica, continuaré en esa lucha, la cual no es nada fácil; si las cosas se hacen sin el crudo y obsesionante deseo de enriquecerse, no creo existan muchos que lo hagan, hasta lo poco que en la vida y a través de lo honesto y correcto se hace, es propicio para perderlo, peor aun si los gobiernos están manejados por corruptos plegables a intereses particulares y no la realidad de una Soberanía Nacional.
Haber sido un perseguido político me llevó a recibir amenazas de los grandes testaferros, incluyendo el contralor general de la nación, quien negociaba hasta la exportación y tala irresponsable de madera; hoy por hoy es un prófugo de la justicia y aunque tuve que vender parte de mi trabajo a precios irrisorios, aún sigo en Guatemala en la misma lucha de siempre, ni mis prestaciones de ley recibí, supongo se fueron al fondo común o se perdieron en ese mar de corrupción.
Mucha atención, votantes libres de Guatemala, mediten y piensen qué quieren para sus descendientes. Casos como el de Wenceslao Orellana, que trabajó desde los 15 años en la infraestructura de Petén, hoy diabético ya desechado. Momo, uno de los mejores, si no el mejor mecánico en la infraestructura de Petén, esperando la muerte en su lecho de enfermo, ambos sin derecho a IGSS. Podría relatar innumerables casos, pero el espacio es limitado. El mío propio es otro.