Escuchamos las voces


«El camino más corto para arruinar a un paí­s es dar el paí­s a los demagogos»

D. Halicarnaso.

Edith González

La voz del pueblo no es la voz de Dios, pero si es la voz de quienes eligen a sus autoridades y pagan sus salarios. Lo que les da el derecho de expresarse, opinar, solicitar y exigir seguridad, justicia y el cumplimiento del Estado de Derecho. Muchas voces tanto del pueblo como de los funcionarios se han dejado escuchar luego del asesinato de los diputados al Parlamento Centroamericano de El Salvador: William Rizziery Pichinte, José Ramón González Rivas y Eduardo José D’Aubuisson Munguí­a y del conductor del vehí­culo en que viajaban Genaro Napoleón Ramí­rez Castellanos.

Por su parte el presidente Berger repudió, condenó y reprochó el hecho mediante una conferencia de prensa. Mientras que el ministro de Gobernación Carlos Vielmann se apresuró a decir que «el ataque no tiene las caracterí­sticas de haber sido perpetrado por la delincuencia común». ¿Será porque nunca hemos sabido ni tenido en nuestro paí­s cadáveres baleados y quemados? ¿O porque ya se cansó de expresar lo mismo? Una declaración muy conveniente que seguramente pretende dejar a Guatemala y sus autoridades sin responsabilidad ante el hecho, más si le agregan que es un crimen con clara connotación polí­tica, de acuerdo al cargo de los fallecidos y a los antecedentes familiares del diputado D’Aubuisson Munguí­a como se ha escuchado y por supuesto como luego del trueno Jesús me ampare, el ejecutivo prometió reforzar con más seguridad la zona, de donde los mismos habitantes han empezado a huir debido a los múltiples asaltos y robos perpetrados a vehí­culos y residencias.

Seguramente los puestos de registro que aparecieron en las últimas horas en la ciudad tienen que ver con la búsqueda de los delincuentes. ¿Será que la Policí­a cree que aún se encuentran aquí­, se pregunta mucha gente? Y las voces siguen expresándose.

Algunas repiten lo escuchado, «un crimen con tinte polí­tico», otras recuerdan los atracos de uniformados en la ruta a El Salvador, en donde incluso se han permitido penetrar a las fiestas de los jóvenes y robarles su celulares y dinero. Así­ que ven muy conveniente el que el vehí­culo esté quemado y no se encuentren pertenencias ni bienes.

La capital guatemalteca es uno de los sitios con más delincuencia y maras, y las voces se preguntan por qué si pudieron las patrullas acompañar a los diputados toda la ruta, los abandonaron a la entrada de la «boca del león».

Otras voces no menos fuertes se escuchan molestas y su tono es de protesta ante la falta de respeto por las más de 600 mujeres asesinadas en el 2006 en Guatemala y por las que el presidente Berger no emitió ni un pensamiento, una oración o una lágrima. Claro dicen las voces más sabias este es un problema internacional y ello hay que tenerlo en cuenta. Recordemos sino como tan solo unos meses atrás los salvadoreños anunciaban a sus congéneres que viajar a Guatemala era un riesgo, y como finalmente ahora nos vemos en un gran lí­o, cuando se confirma la sentencia.

Y aunque algunas voces de funcionarios digan que no afectará la imagen del paí­s, habrí­a que esperar a conocer la opinión de otras voces de empresarios y turistas.

Voces agudas y graves, de hombres y mujeres del pueblo han incluso considerado que quizás es el momento de retirarnos del Parlacen, institución a la que atribuyen poco trabajo y menos resultados.

Lo que las voces no dicen es que esa institución ofrece más beneficios a nuestro paí­s que al resto de sus miembros, sino, habrí­a que ver cuántas familias logran obtener un salario, fruto de su trabajo, como conductores, secretarias, conserjes y mensajeros por el trabajo que realizan en esa institución que tiene como sede a nuestro paí­s.

Otras voces no menos importantes consideraron era el momento de cambiar la sede del paí­s ante la inseguridad que Guatemala ofrece, lo que por supuesto dejarí­a a esas familias sin su sustento, y ante la falta de empleo actual, quien sabe que harí­an, ya en el pasado decí­an los diputados extranjeros han sido asaltados, robadas su pertenencias y abierto sus carros. Claro que ante esos hechos no hemos escuchado la voz del ministro Vielmann.

Las voces se alzan fuerte y exigen que de la mano de las acusaciones caminen las investigaciones, pero. Ahora deberemos esperar la llegada del FBI. Junto con el verano y las elecciones.