Escribir es una manera de hacer psicoterapia


La escritura se convierte en una manera de psicoterapia que ayuda al proceso catártico, es decir, al desahogo del alma. Es una herramienta poco utilizada y casi en desuso. Las personas consideran de manera frecuente que solamente quien sabe escribir ha de tener la opción de escribir. Sin embargo, ¿Cómo aprender a escribir si no se ejecuta la acción? Además, no todo lo que se habla es agradable al oí­do de los demás, tampoco, lo que se escribe ha de ser agradable a la vista de los demás.

Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
crismodenesi@gmail.com

Dejar de sentir, querer no sentir, alejarse de sentir, mantener distancias; y todo lo contrario, permitir sentir, querer sentir, acercarse a sentir, aproximar distancias. Estas son situaciones que pueden ser manifiestas a través de la escritura.

Estuve leyendo acerca de comentarios vertidos en entrevista realizada a famosos escritores sobre la pregunta ¿Por qué escriben? Que Mario Benedetti la menciona en uno de sus libros. ¿Les gustarí­a conocer algunas de las respuestas a esta interrogante?

Escribo para saber por qué escribo, escribo porque escribo, para que mis amigos me quieran más, porque me divierte, porque me gusta, porque sólo sirvo para eso, para sobrevivir, porque es una de las raras cosas que sé hacer, escribo para compartir la soledad.

Desearí­a que nos detuviésemos a considerar esta última respuesta ya que suena como algo insólito el hecho de que se comparta la soledad. Me gusta esta idea, me parece lógico que siendo humanos tengamos el privilegio como seres sociales de compartir; sí­ así­ estamos dispuestos aún de nuestra soledad. La cual a través de la escritura suele empequeñecerse y transformarse en compañí­a.

Todas las personas poseemos un mundo interior inmerso de sentimientos, ideas e ilusiones, pero también, decepciones, frustraciones y del dichoso resentimiento. La escritura nos permite abordar lo interno con un desprendimiento externo que produce liberación y alivio, pero al mismo tiempo, nos permite reconsiderar las cosas desde un punto reflexivo y con una mayor objetividad.

Escribir es un intento de comunicarnos y un intento puede tener también el riesgo de fallar. Y podemos fallar en comunicarnos con los demás, pero, poco probable es que esto ocurra en nuestra contra. De tal manera que lo que escribamos sea poco entendible para alguien, pero muy congruente y coherente para nuestro ser. Un agregado más de este quehacer es la posibilidad de formas de descubrir y crear. Por lo que genera sensación de bienestar y fortalece la autoestima.

Historias escritas tienen infinitas posibilidades de ser, de desarrollarse y de finalizar. Elementos que nos ayudan al cierre de cí­rculos abiertos e inconclusos en la vida real. De tal manera que los vivos mueren y los muertos viven; y se posibilita un diálogo insostenible y/o imposible que nos ayuda a entender, a disculpar y cuando también nos es necesario a perdonar.

Otra ventaja personal e interpersonal es que el papel aguanta con todo. Nuestros pensamientos circulan por nuestra mente de una manera perturbadora, incansable e insana para nosotros. Pero, pobre de aquella persona a la cual hacemos escucha de nuestra narrativa. Sí­ a nosotros nos cansa este discurso interminable es imposible que no alteremos a quien no escucha lo mismo una y otra vez. Por lo que al escribir obtenemos la posibilidad de comentar lo sucedido con todo lujo de detalles. Hasta que llega el momento que aquel asunto tan importante, escabroso y poderoso se debilita perdiendo su fuerza inicial.

Para el final hemos de considerar que se ha descrito que escribir de manera cotidiana lo que sentimos mejora la salud fí­sica y mental. Disminuye la ansiedad y fortalece la autoestima. Así­ que es una buena recomendación comenzar a escribir sí­ aún no se está haciendo.

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