El departamento de Guaviare, con sus 42.327 km2 cubiertos en su mayor parte por selvas y donde vive la última tribu nómada que queda en Colombia, se ha convertido en los últimos meses en el escenario del drama de los rehenes de la guerrilla de las FARC.
Fue en ese territorio donde las marxistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entregaron el 27 de febrero y el 10 de enero pasados a seis de sus rehenes a una delegación enviada por el presidente venezolano Hugo Chávez.
También fue en uno de sus municipios, El Retorno, donde guerrilleros de las FARC dejaron al cuidado de un poblador al pequeño Emmanuel, el hijo nacido en cautiverio de Clara Rojas, una de las rehenes entregadas a Chávez.
En la última semana varios habitantes de la zona aseguraron haber visto a la rehén colombo-francesa Ingrid Betancourt en muy grave estado de salud, lo que llevó a Francia a enviar una misión médica, que hoy arribó a Bogotá.
La capital departamental es San José del Guaviare, una ciudad de 65 mil habitantes fundada en los años treinta por colonos, y que cobró relativo auge en las dos últimas décadas con la proliferación de los cultivos cocaleros.
Además de la capital y El Retorno, en la zona sólo existen otros dos centros urbanos, Calamar y Miraflores, unidos por menos de 200 km de carreteras en mal estado, debido a lo cual el transporte se hace principalmente por los caudalosos ríos.
A fines de noviembre el gobierno colombiano interceptó en Bogotá varias cartas, fotos y videos de 16 rehenes. Según fuentes oficiales, al menos uno de los tres mensajeros de la guerrilla capturados había salido de Tomachipán, un caserío de colonos ubicado en medio de la reserva de los Nukak Maku, los últimos indígenas nómadas que sobreviven en Colombia.
En los últimos años el Guaviare ha sido objeto de un fuerte despliegue militar contra la guerrilla, con al menos 7 mil efectivos apoyados por aviones de combate.
En septiembre, el Ejército dio muerte en el Guaviare a Tomás Medina, el «negro Acacio», uno de los más importantes jefes de las FARC al que Estados Unidos consideraba responsable de una vasta red usada por la guerrilla para mover droga a través de los ríos Amazonas y Orinoco.
Acacio coordinaba, según las autoridades colombianas, los contactos con las mafias de las drogas en Brasil, y los envíos de drogas a través de una amplia región que abarca desde Suriman y Venezuela hasta Perú.