La tranquilidad política estival se vio sacudida en Alemania, a dos meses de las elecciones legislativas, por el «caso Ulla Schmidt», la ministra de Salud, tras el robo de su limusina oficial en España, donde estaba de vacaciones.
«Â¿Por qué la Ministra de Salud necesitaba su Mercedes oficial en vacaciones?», se interrogaba el periódico Bild, resumiendo la perplejidad general en un país muy apegado al buen manejo del dinero público.
El «caso Ulla Schmidt» figuraba en la primera plana de varios diarios hoy mientras que las críticas llovían no sólo desde la oposición, sino también en el campo de los conservadores.
Ulla Schmidt ha «escandalosamente dilapidado el dinero de los contribuyentes al hacer atravesar toda Europa a su limusina oficial y a su chofer hasta su lugar de vacaciones en España», declaró a la prensa Georg Schirmbeck, responsable de los asuntos presupuestarios en el seno de la Unión Demócrata Cristiana (CDU).
Como ironía de esta historia los medios señalan que los 2.653 km recorridos por el Mercedes de la ministra entre Berlín y Alicante (en el sudeste de España) habrían sido ignorados si el vehículo no hubiese sido robado.
Durante un robo en un apartamento de esa ciudad balnearia, ocupado por el chofer de la ministra, los ladrones se apoderaron de las llaves de un vehículo que resultó ser el Mercedes oficial, el cual rodó durante 24 horas consumiendo 700 litros de gasolina. Algo escandaloso para los alemanes de fibra ecológica.
Ulla Schmidt se hospeda por su lado en una residencia de la Costa Blanca después de haber tomado el avión para descansar en España.
Tras esta situación embarazosa una portavoz del ministerio de Salud intentó explicar el sábado que Ulla Schmidt tenía algunas obligaciones profesionales durante sus vacaciones, de ahí la presencia de su vehículo oficial.
La ministra debía hablar este lunes ante los jubilados alemanes que viven en España.
Ante la amplitud de las reacciones el ministerio de Salud recalcó el domingo en un comunicado que Ulla Schmidt dispone de un vehículo oficial «como todos los miembros del gobierno y puede utilizarlo para fines públicos y privados».
Los gastos ocasionados por desplazamientos privados son contabilizados aparte y la ministra debe pagar esas facturas de su bolsillo, insistió el ministerio.
Sin embargo las críticas no se apaciguaron. «Â¿No era posible que la embajada de Alemania en Madrid pusiese un vehículo a disposición de la ministra?», se preguntó el presidente de la comisión presupuestaria del parlamento, el diputado liberal Otto Fricke.
La Federación de contribuyentes de Alemania, un poderoso grupo de presión, ha exigido igualmente explicaciones a la ministra.
En 2002, el ministro de Defensa, Rudolf Scharping, provocó un escándalo por haber utilizado repetidas veces los aviones de la fuerza aérea alemana para ir a visitar a su compañera en la isla española de Mallorca. Luego fue destituido a causa de la acumulación de varios escándalos.
Ese mismo año varios diputados debieron abandonar sus funciones tras haber utilizado para fines privados las millas aéreas acumuladas durante viajes profesionales.