Esa es la chamarra que tanto se estira


Oscar-Marroquin-2013

Indignación me causó leer las declaraciones del Ministro de Comunicaciones y Obras Públicas y delfín presidencial del oficialismo, sobre cómo piensan entrarle al tema de la Terminal Aérea La Aurora, mamotreto que es una verdadera vergüenza para el país y que estará sometida en pocos días a la supervisión de la autoridades internacionales que certifican la seguridad de los aeropuertos del mundo.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Indigna porque simplemente dice Sinibaldi que el gobierno va a invertir un chorro de millones para reparar todo lo que no funciona y dejar la Terminal de manera que pueda ser certificada. Así es como siempre se procede en nuestro país y por eso estamos como estamos, con equipos cada vez más corruptos y largos llegando al poder porque aquí no pasa nada al sinvergüenza que se embolsa millonarias cantidades edificando obras mal hechas, como la Terminal, que costó un ojo de la cara para convertirse en un extraordinario monumento a la corrupción e incapacidad de los gestores públicos, además de que es también visible y permanente monumento a la impunidad porque los ladrones se embolsan el dinero sin que les pase nada y los que vienen atrás les cubren sus porquerías estirando la chamarra para que así se asegure que siempre todos estén bien tapados.

En cualquier otro país del mundo en el que se respete la inteligencia de la población, un candidato presidencial que tiene que enfrentar casos paradigmáticos como el hueveo del aeropuerto, lo primero que anunciarían sería la denuncia penal de los ladrones para que se les deduzcan no sólo responsabilidades por los delitos, sino también las civiles correspondientes que permitan recuperar al menos algo de lo que se clavaron. En Guatemala no estamos acostumbrados a eso porque aquí nadie rinde cuentas ni nadie se preocupa por el dinero mal habido. Por el contrario, a la gente le importa un pepino que los largos hagan de la suyas y, es más, se les rinde pleitesía de acuerdo al estatus económico adquirido (o en algunos casos recuperado), gracias a la cochinadas que se hacen a la luz del día.

No digamos el Ministerio Público o la Contraloría de Cuentas que literalmente pasan de noche ante los delitos de corrupción porque no se interesan ni se preocupan por la materia. Al fin y al cabo, llegar a dirigir esas instituciones tiene un costo que, por lo menos, es el hacerse de la vista gorda del enriquecimiento ilícito de los funcionarios que tuvieron que ver con la designación o nombramiento.

Todo lo que tiene que ver con la construcción de la Terminal Aérea ha apestado a podredumbre desde el día mismo en que se anunciaron los trabajos para emprender esa obra. No es casualidad que nada funcione porque tanto los funcionarios locales como los de la Organización de la Aviación Civil Internacional, pactaron para hacerse babosos de los shucos negocios que se hicieron y que salpicaron a diestra y siniestra a los más altos funcionarios y sus parientes.

Por ello, y porque prevalece aquello de “hoy por ti, mañana por mí”, nuestras autoridades prefieren que el dinero del contribuyente sirva para corregir los vicios de la corrupción antes que demandar a los ladrones.