¿Es viable nuestro Estado?


La crisis de las instituciones nacionales es algo en lo que prácticamente todos estamos de acuerdo. Hay matices en cuanto a si podemos considerar que nuestro Estado es simplemente uno muy frágil o si cae ya en la triste categorí­a de los fallidos, pero indudablemente que no está cumpliendo con sus fines esenciales y tenemos que plantearnos el tipo de soluciones que se pueden encontrar.


La reforma constitucional pareciera ahora ser la panacea, pero la pregunta del millón es si realmente los guatemaltecos tenemos la madurez ciudadana para alcanzar un efectivo y real pacto social, o si simplemente vamos a dejar que los grupos de poder nos vuelvan a imponer un modelo de Estado que, en poco tiempo, vuelva a mostrarse débil e incapaz. Es más, la única propuesta seria de reformar a fondo el Estado viene de aquellos que, por convicción ideológica, se encargaron de destruirlo con la prédica de que todo lo estatal es malo, que hay que reducirlo a su mí­nima expresión y que no debe tener ninguna injerencia en la vida de los ciudadanos.

Algunos sostienen que antes de pensar en una reforma de la Constitución tenemos que aprender a vivir respetando las normas constitucionales y es un punto importante y válido, puesto que no podemos achacar la crisis institucional únicamente a deficiencias en la Ley Constitucional, sino que la mayorí­a de los problemas son porque, como dijo el vicepresidente Espada en una peculiar forma de calificar la aberrante y constante violación de la ley, «nos metemos en un montón de ritmos que salen del marco de la ley», lo cual no significa sino que los mismos gobernantes violentan el estado de derecho y con eso dificultan la gestión pública.

En resumidas cuentas, podemos tener el mejor modelo constitucional y las reformas más brillantes que alguien pueda imaginar, pero si no tenemos la vocación de ejercer ciudadaní­a, que significa acatar la ley tanto para cumplir con obligaciones como para reclamar efectivamente nuestros derechos, de nada servirá. La letra muerta de la Constitución no nos sacará de la crisis, de la misma manera como no ha sido la letra de la Constitución actual la que la provocó.

No descartamos la necesidad de cambiar la Carta Magna, aún a sabiendas de que surgirán ideas locas como la del mismo doctor Espada que ya clamó por el aumento del perí­odo presidencial y la reelección, pero sí­ queremos insistir en que no se trata de plantear ese proceso legal como la panacea, porque no lo es. La solución a los problemas del paí­s depende básicamente de que los guatemaltecos aprendamos a ser ciudadanos y nos comportemos como tales para cumplir y para exigir.