El planeta Tierra se encuentra cubierto por más del 70% de agua, especialmente en océanos donde viven millares de especies adaptadas a diversas condiciones de vida. En ellos se encuentran los mares con sus olas, corrientes, mareas, salinidad, presión, variedad de temperaturas, iluminación, increíbles ambientes (como el de las profundidades), combinando elementos químicos, físicos, biológicos y geográficos, los cuales han creado la ciencia llamada Oceanografía.
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El potencial en energía y alimentos que proporcionan los mares es conocido por hombres y mujeres; sin embargo, aguas y playas de diversos países han cambiado de color como consecuencia de la contaminación y el irracional planteamiento de que su inmensidad puede destruir deshechos. Estos factores han hecho de los mares grandes basureros donde se encuentran desde plásticos hasta desperdicios nucleares, así como químicos, elementos tóxicos y otros contaminantes, que llegan a los mares arrojados por los seres humanos y transportados por ríos y lluvias, desde las costas o por medio de embarcaciones.
En el desarrollo de la historia humana los mares han sido un factor relevante para el transporte y las comunicaciones. Fue a través de ellos como se conocieron culturas de diversas comunidades. Por esta razón, deben realizarse esfuerzos para evitar el derramamiento de petróleo, pues anualmente son afectados con más de 21 millones de barriles, junto a la presencia de fertilizantes y sus implicaciones de algas nocivas y reducción de poblaciones como el atún, bacalao y pez espada. Nadie es dueño de los océanos. Pertenecen a la humanidad y son fuente de vida. Este hecho explica la necesidad de ampliar la investigación de los mares, que han dejado de ser las zonas misteriosas de antaño.
En la actualidad, no es raro encontrar especies con petróleo adherido al cuerpo o estómago. Grandes áreas que proporcionan alimentación a los habitantes de naciones ribereñas han disminuido. La contaminación actual de los mares influye en las características del ambiente marino, ocasionan cambios en la temperatura, densidad, color, luz, transparencia y presión, etcétera. La Organización de Naciones Unidas señala: Los datos no engañan. Los mares y océanos del mundo están cada vez más degradados a causa de las aguas residuales sin tratar, la contaminación atmosférica, los efluentes industriales y el limo procedente de cuencas hidrográficas mal gestionadas.
Los problemas que ocasionan las mareas negras (masas flotantes de petróleo procedentes, entre otros, de accidentes en plataformas dedicadas a la extracción de petróleo o buques petroleros hundidos), son parte de la irresponsabilidad que mujeres y hombres tienen ante la vida pues, además de conservarla, deben enriquecerla. Por esta razón, es necesario transformar sin degradar y reconocerse como parte de un equilibrio. Es aquella especie y su hábitat o los espacios libres de los grandes océanos los que deben tomarse en cuenta para una política de conservación de los mares. Desafortunadamente, no son pocos los habitantes de nuestro planeta que consideran al mar como un depósito ilimitado para recibir desechos. Los daños y contaminación presentes demuestran que en breve tiempo, la contaminación de los mares ubica a diferentes especies en procesos de extinción.
En este contexto de contaminación, destaca el daño a los arrecifes coralinos -poseen una alta densidad poblacional- quienes juegan un papel básico en la vida marina de casi todas las naciones del mundo. Son sistemas complejos -se les ubica como elementos estacionarios de productividad orgánica-, donde llegan a coexistir miles de especies, previenen la erosión, reducen oleajes, tienen aspectos de recreación y estéticas; además, protegen contra efectos de huracanes. Se considera como segundo sistema arrecifal más grande del mundo el que se localiza a lo largo de las costas de Belice, Guatemala, Honduras y México, con más de mil kilómetros. El primero es la Gran Barrera Arrecifal Australiana con dos mil kilómetros. El conocimiento de esta situación implica la necesidad de resguardar los arrecifes coralinos de un desarrollo costero desordenado; de igual manera, proteger especies amenazadas, y evitar la destrucción de arrecifes con anclas o porque encallan embarcaciones.
El ser humano es artífice de su futuro, pero lo ha diseñado con perspectivas poco halagí¼eñas. La educación humana no ha tenido efectos para disminuir la contaminación en los mares. Si la humanidad asumió el reto de avanzar en un desarrollo no planificado, ahora debe superar las condiciones negativas que originó.
En su evolución, hombres y mujeres han logrado, por medio de su pensamiento, avances en la ciencia, técnica, y complejas formas de organización social, como símbolos de cambio en la transformación de la naturaleza pero, es cuestionable la presencia de un pensamiento positivo al observar el daño presente en los mares. Esta actitud hostil hacia el medio marino anula la posibilidad de lograr la supervivencia de especies que se desarrollan en los mares.
Diversos sectores de la sociedad civil han comprendido que no pueden adoptar una actitud pasiva ante los depredadores del patrimonio natural marítimo, lo cual explica su organización activa en diversos países. Su propósito es evitar que afanes privados continúen ocasionando contaminación, alteren el clima, destruyan fauna y flora, y propicien la extinción de especies.