Es hora de la justicia


A propósito de la captura de Raúl Girón y Manuel de Jesús Castillo, Manolito, el sistema de justicia guatemalteco tiene la oportunidad de oro para lavarse la cara y mostrar al mundo entero que el paí­s ha evolucionado y es enemiga acérrima de la impunidad. Podrí­a, por primera vez en la historia nacional, empezar a dar confianza en una institución desacreditada, mediocre, deficiente e icono y paradigma de la injusticia.

Eduardo Blandón

La justicia se anotarí­a un gol sin precedentes, imagí­nese usted qué belleza significarí­a el destape de la podredumbre que se oculta tras el asesinato impune de los diputados salvadoreños. Qué hermoso saber los nombres de las lacras que ingeniaron el crimen, conocer los móviles, los intereses y dejar en claro el aparato que echó a andar tan deleznable acto. El sistema de justicia se reivindicarí­a y harí­a olvidar tanto fracaso al que nos tiene acostumbrado.

El sistema de derecho nos dejarí­a boquiabiertos si tuviera la fortaleza y decisión de quitarles la inmunidad parlamentaria a Rubén Darí­o Morales y a Eduardo Meyer para juzgarlos como se merecen. Nos sorprenderí­a. Nos dejarí­a patidifusos el sistema legal si aprehendieran un dí­a de estos a Byron Sánchez Corzo y a José Conde para aplicarles el peso de la ley y hacerles pagar sus fechorí­as. Serí­a una cosa inédita, digna de Ripley y merecedora de mención en los libros de ciencias sociales de las escuelas nacionales. Ya tendrí­a uno de qué enorgullecerse.

Igualmente habrí­a que premiar a quienes aplican la ley si un dí­a de estos se decidieran a condenar a los banqueros que andan impunes por las calles. Merecerí­an el máximo premio nacional y el honor de ser recordados por la posteridad. Imagí­nese usted de qué paí­s hablarí­amos si los banqueros (los malos, evidentemente) durmieran tras las rejas, junto a los asesinos, los asaltadores del Congreso y varios pseudo empresarios que se dedican al oficio de hacer de sanguijuela del erario público. El paí­s cambiarí­a y serí­a absolutamente distinto del actual.

Yo no creo que esto sea imposible. Se necesita sólo de gente honorable e incorruptible y me cuesta creer que personas así­ no existan en el paí­s. Algo anda mal en Guatemala y hay que solucionarlo de inmediato. Los que aplican la justicia deben enterarse que el calvario nacional también tiene que ver con ellos y que tienen enorme responsabilidad de la debacle actual. El cambio está en sus manos y deben empezarlo de inmediato.

Como dije al inicio, hoy el sistema de justicia tiene la oportunidad de oro para resarcirse. Estaremos atentos para ver si no vuelven, como han hecho hasta ahora, a sus andadas.