Es hora de deponer beligerancia polí­tica


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Después de la turbonada polí­tico-electoral que concluyó el domingo 6 de este noviembre, al parecer ya todo está en calma en virtud de la transición de la situación polí­tica a las edificantes y dignificantes labores cotidianas.

Marco Tulio Trejo Paiz

 


Falta, empero, la tradicional ceremonia de transición del gobierno, anunciada para el 14 de enero de 2012.

El diapasón de la fiesta brava, con sus implicaciones propias de la  polí­tica, casi, casi ha dejado de  escucharse. Ya se silenció la politiquerí­a tóxica y disonante, además de insidiosa, de los frustrados que perturbaban a la sociedad como si se  tratase de lo estridente y atediante  de los discos rayados.

Ya es hora, aunque un poco tarde, señores del desedificante partidismo, de deponer toda beligerancia en homenaje a esta pobre patria nuestra. ¡La pelea cí­vica ya pasó a la historia! ¡Sigamos adelante tras un cambio positivo!

A los compatriotas –ciudadanos y ciudadanas–, que obtuvieron la victoria en las urnas electorales, hay que dejarlos al margen de toda perturbación, tranquilos, en las aguas del rí­o revuelto que corren incesantemente hacia las inmensas fauces del ancho mar.

No debe juzgarse a priori tendenciosa, tozuda y sistemáticamente a quienes conquistaron democráticamente y en buena lid el frondoso árbol de las apetecidas guayabas. Esto reza, en particular, respecto de quienes  fachendosamente se han colgado etiquetas de extremistas de la escindida izquierda.

Al general (no exgeneral) Otto Pérez Molina, le están echando “luciferianas bendiciones” por su obligada participación en la guerrita intestina de las postrimerí­as de la pasada centuria; pero, como se ha informado en los medios de comunicación y en otras publicaciones, él no hizo más que cumplir con el deber en defensa de la institucionalidad democrática que los remicheros pretendí­an sustituir por un régimen totalitario, liberticida, de molde soviético, tal como lo hizo el castrismo en Cuba y como tratan de hacerlo sus discí­pulos o satélites en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia, en Nicaragua y en otros patios de nuestra América Indiana. A esos falsos “redentores” de pueblos se les apagó la luz, hace ya buen rato, de la cambiante vida de los tiempos modernos que se están viviendo mundialmente. Ellos están, aún, en las tinieblas de la noche.

Lo que ha extrañado la población chapina es el hecho de que  algunos  politiquientos de los eriales del “zurdismo” no digan que de sus telarañas  celulares no salieron balas contra los mí­lites del ejército regular, sino sólo confetis de amor o atronadores cohetillos como los que se queman con ocasión del feliz advenimiento de la Navidad y del Año Nuevo…

Los millones de ciudadanos y ciudadanas que inundaron con sus votos las urnas electorales tienen confianza en que Pérez Molina –con un equipo que delibera, propone y asume responsabilidades de Estado–, realizará un trabajo a lo largo del cuatrienio de su mandato que beneficiará a la comunidad nacional, incluidos los alharaquientos y obcecados opositores al nuevo orden de cosas que se establecerá dentro de un mes y algunos dí­as…

Mientras tanto, se está pidiendo a gritos seguridad personal y patrimonial; que se ponga freno a la corrupción arriba y abajo; que se luche como a ultranza contra el contrabando; que, como ha dicho el Presidente electo, no metan las uñas en las ONG los diputados que han medrado a lo grande, deshonestamente, en el Congreso; que se ponga un dique a los préstamos archimillonarios con los que han hipotecado al paí­s ante los fenicios del siglo XXI, porque lo conveniente y patriótico es hacer aunque sea obra estatal no de gran envergadura con el dinero que generan los impuestos y, entonces, Juan Pueblo no exigirá más de lo que está en las posibilidades de nuestra parcela centroamericana. 

También debe ponerse fin al onerosí­simo aumento del ya superinflado aparato burocrático que se traga, nada menos, elevada cantidad de millardos (léase millares y millares de millones del “gran caballero” apabullado por el dólar. Asimismo, debe combatirse las veinticuatro horas de cada dí­a, a lo largo y a lo ancho del territorio nacional, la criminalidad organizada y la no organizada. Esto debe estar en los primeros puntos de la agenda presidencial… 

A los ciudadanos y ciudadanas que jinetearán  el potro a partir del  14 de enero les será difí­cil, muy difí­cil, claro está, lo comprendemos, resolver toda la problemática de Guatemala en poco tiempo, ya que el pesado sobornal viene de lejos, de muy lejos, en la mierra que se arrastra desde el palacio verde esperanza, y los gobernantes que hemos tenido –quedan a salvo dos o tres– no han dejado buena huella en cuanto a obra distintiva se refiere; pues, francamente, han sido puras vejigas desinfladas al pinchazo y… ¡algo más!