Es como pedirle peras al olmo… pero ni modo  


Lo que voy a sugerir parecerá idea descabellada a la mayorí­a de mis pocos lectores -inmersos en la sociedad de consumo-, así­ como a los funcionarios del  Ministerio del Medio Ambiente y a los propietarios de establecimientos comerciales, especí­ficamente a dueños de supermercados, tiendas y abarroterí­as, e, incluso, a quienes tienen puestos en los mercados.

Eduardo Villatoro
eduardo@villatoro.com

Pero primero déjeme que le cuente, colocho, lo que me motivó -otras vez, dirá usted- a escribir un artí­culo más en defensa del medio ambiente, para contribuir a evitar que prosiga sin tregua el calentamiento de la Tierra. Ocurre que leí­ en el portal electrónico del diario español El Paí­s, que los 50 supermercados de la cadena Carrefour de Madrid ya no dan bolsas de plástico a sus clientes para que se lleven los artí­culos que compran.

Para suplir la desaparición de esos recipientes, se ofrecen diversas opciones, desde bolsas de fécula de patata o de algodón, hasta carritos plegables con valor  equivalente a cinco dólares, que se llevan a casa y que se pueden utilizar una y otra vez, mientras que muchos de los clientes, especialmente mujeres -más sensibles al cambio climático y a otros fenómenos de la naturaleza- llevan consigo bolsas de tela a esos supermercados. Se espera que esa iniciativa se extienda a toda España a finales de año, ya sea por espontánea decisión de los comerciantes con responsabilidad social, o por una resolución oficial del Gobierno, con carácter coercitivo.

Reitero que las bolsas de plástico se fotodegradan con el transcurso del tiempo y se descomponen en petro-polí­metros más pequeños y tóxicos que contaminan los suelos y las ví­as fluviales, y de ahí­ que partí­culas microscópicas entran a formar parte de la cadena alimenticia. Además, el efecto sobre la vida silvestre es grave, en vista de que las aves quedan atrapadas sin esperanza de liberarse, y cerca de 200 diferentes especies de vida marina, incluyendo ballenas, delfines, focas y tortugas mueren a causa de las bolsas plásticas, porque las ingieren cuando las confunden con comida.

Se consumen en el mundo entre 500 billones y un trillón de esos recipientes desechables que regalan en los comercios, de manera que para estos negocios también es un gasto oneroso, de suerte que los propietarios de supermercados y tiendas similares deberí­an ser los primeros en vender a precios de costo, bolsas de tela, que incluyan logotipos y propaganda de sus empresas, con lo que todos ganarí­amos y en beneficio del medio ambiente.

Pero dejo de soñar que esto pueda suceder en Guatemala.

(El moderado Romualdo Tishudo me dice: -Hablando de la sociedad de consumo, cuando salgo con mi mujer, siempre caminamos tomados de la mano… pues si la suelto se pone a comprar.)