La gestión del presidente de Guatemala, general Otto Pérez Molina, no ha estado exenta de acciones poco afortunadas, que diariamente contribuyen al desgaste de la imagen con la que ganó las elecciones. Pero también es justo reconocer que ha tenido algunos aciertos importantes. Son pocos, pero muy significativos especialmente en materia de política internacional.
En la primera categoría, es decir los errores, sobresalen las contradicciones en las recientes declaraciones del Presidente y la vicepresidenta Roxana Baldetti, sobre el proceso para la incorporación de Guatemala a la iniciativa de Petrocaribe, que promueve el Gobierno Bolivariano de Venezuela, a efecto de garantizar el suministro de petróleo a los países de la región con un financiamiento a largo plazo (25 años), y con intereses bajísimos del uno o dos por ciento.
Resulta que la Vicepresidenta, quien el pasado fin de semana participó en una reunión de Petrocaribe en Venezuela, declaró el lunes a varios medios de comunicación que Guatemala no es miembro de ese programa, y que el Gobierno quiere obtener más información sobre las condiciones del mismo para tomar decisiones definitivas.
Por su parte, el presidente Pérez Molina declaró ese mismo día que “Guatemala es miembro de Petrocaribe desde el año 2008. Lo que no hizo fue nunca concretar los procesos para que Guatemala prácticamente estuviera recibiendo los beneficios que se pueden recibir derivados de ser miembro de Petrocaribe”.
Posteriormente, el gobernante habló con optimismo sobre las ventajas que Guatemala podría obtener por su integración a esa iniciativa.
En este caso, es notoria la falta de coherencia entre las declaraciones del Presidente y Vicepresidenta, dando la impresión que perdieron la brújula y que navegan sin rumbo definido.
Por otra parte, llama la atención la política gubernamental de acallar con medidas militares mediante Decretos de Estado de Sitio, las protestas de los pobladores en contra de algunas de las empresas mineras transnacionales, no solo por el daño que pueden ocasionar al medio ambiente, sino porque su actividad literalmente representa un saqueo de los recursos naturales del país, especialmente oro y plata.
En cuanto a los aciertos, resalta la decisión soberana del gobierno guatemalteco de reconocer al Estado Palestino, en consonancia con el principio de libre autodeterminación de los pueblos. La medida provocó algún resquemor en los círculos del gobierno de Israel, que muy pronto olvidaron que Guatemala fue uno de los primeros países, que durante el período del presidente Juan José Arévalo, apoyó la creación de ese Estado, y que desde entonces ha tenido hacia él una política de amistad y respeto.