Derivado de declaraciones de funcionarios de la Banca Central, quienes afirmaron que Guatemala está en buenas condiciones para soportar la crisis económica mundial, el Vicepresidente de la República ha repetido esa afirmación sobre la base de que nuestra dependencia de Estados Unidos es menor que hace algunos años y porque se ha diversificado más nuestro comercio exterior.
Sin embargo, hay un error de apreciación básico en todo este tema, puesto que no puede un país con los índices de pobreza y pobreza extrema que refleja Guatemala, considerarse en buenas condiciones para enfrentar una crisis económica mundial. Si a un país que tiene eficientes y bien orientados programas de atención social le hace daño la crisis, mucho más a un país que no dispone de mecanismos de protección social como es el caso de Guatemala. En otras palabras, si a aquellos países la crisis les provoca un resfrío, a los que tienen mayor inequidad y falta de justicia social les causa pulmonía.
Y es que cualquier incremento en los índices de precios al consumidor se traduce, en el caso de la mitad de la población del país, en simple y llana disminución de su capacidad para adquirir bienes de subsistencia. No estamos hablando de gente que se tiene que privar de algún gusto, de algún lujo o que dejará de ahorrar. Estamos hablando de gente que dejará de comer.
Por supuesto que la población que está fuera del umbral de la pobreza sí puede pasar esta crisis de conformidad con las predicciones del Banco de Guatemala y repetidas por el Vicepresidente. En otras palabras, quienes tienen recursos tendrán los beneficios de la estabilidad macroeconómica que constituye el factor positivo expresado por las autoridades monetarias, pero no ocurre lo mismo con el grueso de la población que ya empieza a sentir el impacto de una crisis que apenas se está manifestando.
Por otro lado, no puede pensarse que la recesión norteamericana tendrá efecto sólo en ese país y afectará únicamente a los países que tienen mucha relación comercial con ellos. La recesión de la mayor economía mundial afecta a todos los otros países de manera directa o indirecta. Baste ver que el precio del petróleo tiene estrecha relación con el deterioro de la moneda norteamericana para entender las graves consecuencias de la situación actual. Si los desórdenes fiscales de Estados Unidos y la necesidad de incrementar el déficit para financiar la guerra tuvieran efecto únicamente en ese país, de todos modos el efecto para países con tanta pobreza y ausencia de cobertura social como el nuestro serían funestos. Pero mucho más cuando esos efectos no se quedan en el país que causa la crisis, sino que se proyectan globalmente.