Vivimos en una sociedad en la cual se valoriza más al hombre. Privilegiando su cuerpo y otorgándole simbólicamente a sus genitales poder social.
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Este artículo se basa en lectura del tema de los autores Joan Vitches y Juan Luis García.
La simbolización del poder masculino a través de sus genitales, estructura gran parte de la autoestima del hombre.
El cual centra, en gran parte, su reconocimiento personal y social, la identificación con ellos.
La fijación fálica lleva a desarrollar un tipo de erótica masculina y de percepción de la sexualidad centrada básicamente en la genitalidad y por lo tanto se considere que esa es la forma de sexualidad «normalizada». Obteniendo como resultado, un escaso desarrollo de otras sensaciones que pueden tanto a nivel corporal o a nivel de fantasías sensuales escapar de la sola genitalidad.
El encuentro entre hombres es vivido desde una posición de iguales que están en competencia. De ahí que el tamaño o potencia de los genitales sean hallados subjetivamente como factor de éxito. Existe la fantasía erótica de que las mujeres quedamos seducidas por el individuo con pene de grandes proporciones o grandes habilidades. O el temor a no dar la talla.
Los sentidos que más se encuentran desarrollados en la erótica masculina son la vista y el tacto.
Es frecuente la iniciación a la sexualidad genital de los hombres mediante juegos duales o grupales, con otros adolescentes. La reducción de los sentidos y la falta de globalización sexual por la especificidad de una relación sexual genital. Conduce tanto en relaciones heterosexuales como en las homosexuales a manifestaciones un tanto autonómicas o robóticas de la sexualidad.
No disfrutando del juego erótico a profundidad, desarticulando al ser humano de su integralidad y de la sexualidad como, manifestación de lo humano.
El acto sexual necesita una fase introductoria, una fase orgásmica y una fase de conclusión. Pero tomando en cuenta la educación erótica masculina. Muchos hombres van al mandado y no al retozo.
Desconociendo que el retozo, es parte de lo que más disfrute proporciona a la experiencia sexual y en este todos los sentidos van incluidos; el olfato, la vista, el tacto, el gusto, el oído y por supuesto lo lúdico. Provocando mayor placer sexual, contribuyendo a erotizar a todo nuestro ser, a obtener relaciones sexuales más placenteras, a convivir y disfrutar de vincularnos con otro ser humano aunque no tenga que ser de manera permanente.
Mi sugerencia y conclusión en este artículo es que el erotismo femenino es más globalizado y esto conduce a disfrutar de las pequeñas caricias, a tener orgasmos sin necesidad del coito. Que tanto hombres y mujeres debiéramos tomar los elementos que nos son ajenos a nuestro erotismo para aprender a disfrutar del mismo, como una experiencia humana netamente valiosa, no automatizada.
Así que hemos de ser más retozones, jugar más dentro de la relación sexual, sonreír a la vida y vincularnos con otro ser humano. A ser más creativos, imaginativos dentro de nuestra vida sexual. A no excluir la erotización global de nuestro cuerpo, haciendo uso de todas nuestras percepciones, agudizándolas, explorándolas y también a permitir el desarrollo de nuestra genitalidad.