El poeta y sacerdote nicaragí¼ense Ernesto Cardenal, cuyo apoyo a la Revolución Sandinista le valió una muy recordada reprimenda pública de Juan Pablo II, cumple 85 años enfrentado al líder de aquella rebelión, el presidente Daniel Ortega, a quien acusa de haber implantado una «dictadura».
«Estamos en una dictadura» y en un país con «un futuro incierto», afirmó Cardenal en una entrevista en su residencia en Managua, donde vive modestamente aferrado a su vida artística y pequeños proyectos culturales.
Cardenal, uno de los más grandes exponentes de la lírica latinoamericana, fue propuesto por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) para premio Nobel de Literatura 2010, en reconocimiento a más de medio siglo de labor.
El laureado poeta argumenta que los críticos al gobierno, como él, son perseguidos por el gobernante Frente Sandinista mediante diferentes acciones, como el juicio de injurias y calumnias que un juez «incondicional a Daniel Ortega» revivió en 2008 en su contra, tras acusar a Ortega de «ladrón» durante una visita a Paraguay.
«A mí me condenaron, no estoy preso porque tengo más de 75 años», declaró. Un juez de Managua emplazó en agosto de 2008 a Cardenal a pagar una multa de 1.000 dólares por el delito de injurias y calumnias, so pena de cárcel, en un juicio promovido en su contra por un alemán, del cual ya había «sido absuelto», relata.
«Yo me negué a pagar esa pequeña multa porque significaba reconocer» un juicio «injusto e ilegal», y como no pueden «echarme preso», decidieron congelar una cuenta bancaria de más de 2.500 dólares, indicó.
Durante la entrega del Premio Iberoamericano Pablo Neruda que el gobierno chileno le entregó en julio pasado en Santiago de Chile, el sacerdote pidió al presidente Ortega que le descongelara sus cuentas, pero su petición no tuvo eco.
Por el contrario, aseguró Cardenal, la persecución prosiguió en diciembre pasado cuando un juez embargó un hotel de la asociación cultural que él dirige en la isla de Solentiname, en el Gran Lago de Nicaragua (sur), en el marco de una antigua disputa legal.
Sostiene que sus discrepancias con Ortega, a quien apoyó durante la Revolución sandinista (1979-90) como ministro de Cultura, comenzaron cuando se dio «cuenta de los robos y la gran corrupción en la que había caído mi partido», y se hizo eco de ellas.
El poeta recuerda que durante la dictadura de Anastasio Somoza en los años 70, también fue perseguido y condenado en ausencia a 18 años de prisión por apoyar a los insurgentes de la entonces guerrilla sandinista.
Tras una apasionada vida literaria y política, Cardenal ahora prefiere mantenerse alejado de la vida pública.
El autor de la «Revolución Perdida» y «Cántico Cósmico» -una antología de 600 poemas que considera «la más importante» de su obra literaria, dice que sigue escribiendo, pero se niega a revelar su próxima publicación.
«Me dedico a escribir, leer, también hago esculturas. Me toca viajar también mucho al extranjero para exponer la obra de mi poesía», expresó el poeta, que hoy cumplió 85 años en medio de numerosas homenajes culturales que lo hacen sentir «incómodo» porque dice que no le gustan los agasajos.
Cardenal fue consagrado sacerdote en 1965, adhiriéndose luego a la teología de la liberación.
En los años 70 comenzó a colaborador con la guerrilla del Frente Sandinista, en cuyas filas militó hasta 1994 para luego integrarse al disidente Movimiento de Renovación Sandinista de centroizquierda.
Su apoyo a la Revolución le valió, además, una pública reprimenda del Papa Juan Pablo II, durante una polémica visita a Nicaragua en 1983.