Yo creía que mis planes habían fallado, pero después descubrí que eso era sólo para que conociera mis puntos débiles.
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Imaginé el fracaso que había llegado a mí, pero luego me di cuenta de que tenía que llevar un entrenamiento riguroso, y que aquello era solamente afinación de mis músculos y mente.
Llamé derrota a la caída que sufrí, pero posteriormente supe que un verdadero campeón tiene que transportar en sus labios el sabor de su derrota pasajera, y en sus pies, el polvo del camino difícil.
Pensé que todo me había salido mal, pero al final comprendí que era sólo la vida que llamaba a su mejor hombre; entonces levanté mis brazos, y acudí triunfalmente a esa cita con la grandeza.
Aunque les duela a muchos, ¡he sido, soy y seré todo un verdadero ganador!