Una misteriosa «epidemia» de alcohol adulterado golpea a Rusia desde hace varias semanas y ha causado muchas decenas de muertos, advirtieron las autoridades, que lanzaron una intensa campaña de información y aprovecharon para anunciar la necesidad de un monopolio estatal sobre las bebidas.
En los últimos días, los noticieros rusos de la televisión rusa, controlada por el Estado, no han cesado de difundir reportajes sobre esta «epidemia», con infografías animadas sobre la evolución de «la lista negra de las ciudades donde el alcohol es peligroso para la salud», propagándose por todo el país.
Los reportajes muestran imágenes impresionantes: depósitos donde se venden botellas de licor barato a base de alcohol industrial, allanamientos de talleres clandestinos, hospitales saturados de enfermos a causa de «la epidemia».
«Desde comienzos de septiembre, en nuestro país, 5.100 ciudadanos se han intoxicado con alcohol adulterado. Cerca de 300 murieron», declaró el ministro del Interior, Rachid Nourgaliev, a comienzos de noviembre.
El jefe de los servicios de salud, Guennadi Onichenko, llegó incluso a denunciar «una operación planificada a través de todo el país», que busca «desprestigiar los esfuerzos gubernamentales para sanear el mercado del alcohol».
Sin embargo se han escuchado voces que denuncian una campaña política que saca de súbito a un primer plano un antiguo mal de la sociedad rusa.
«El número de personas intoxicadas con alcohol se encuentra dentro de las normas», recalca el diario de negocios Vedomosti.
«Cada año en Rusia, muere más gente por este mal que por accidentes de tráfico», añade el diario, recordando que más de 40.000 personas mueren «envenenadas con alcohol» anualmente, contra 35.000 en accidentes de carretera.
El término de «envenenamiento con alcohol» se presta para malentendidos, reconoce el Instituto Nacional de Estadísticas, interrogado por la AFP, ya que reúne todas las muertes registradas en los hospitales por alcoholismo, y en consecuencia no sólo víctimas de alcoholes adulterados.