Epidemia de muertes en calles y carreteras


Mucho se habla del dengue, de la gripe A H1N1, del VIH SIDA y de tantas más epidemias que causan innumerable cantidad de muertes y pérdidas de diversa í­ndole. Aunque nuestras instituciones encargadas de velar por su combate y prevención no son un dechado de virtudes, al menos algo se hace en beneficio de los afectados por algunas enfermedades comunes pero… ¿qué hay de la lucha contra los accidentes de tránsito que provocan tantas tragedias humanas con su enorme cauda de pérdidas, daños y perjuicios? ¡Nada! Como se oye y se escribe NADA. A alguien se le ocurre de vez en cuando recordar aquella frase de «si toma no maneje»; de aconsejar que cuando llueve hay que reducir la velocidad o que los chapines al menos debiéramos mostrar alguna responsabilidad respetando las señales de tránsito o utilizando el cinturón de seguridad pero, de una prevención seria, formal, técnica y cientí­fica ¡nada en dos platos!

Francisco Cáceres Barrios

Estas son las horas en que en un paí­s, dizque civilizado, todaví­a no cuenta con estadí­sticas confiables sobre la incidencia de los accidentes de tránsito, como de sus causas y demás detalles indispensables para poder trazar la estrategia adecuada para prevenirlos. Bien sabemos que el transporte pesado, el colectivo, los bolitos o los jóvenes alocados son quienes se disputan los primeros puestos pero, tratándose de un problema mayor que la guerra contra el narcotráfico, no se pueden sacar conclusiones a ojo de buen cubero. A todos consta que no hay dí­a que no se suspenda la circulación en importantes tramos carreteros o en las congestionadas ví­as de nuestras urbes, pero todo sigue igual, sólo comentando las barbaridades ocurridas o como llamarada de tusas, reclamar a las autoridades que exijan el cumplimiento de las leyes vigentes. Eso no es suficiente para hoy, mucho menos para mañana.

Urge hacer las cosas bien y con buena letra, sin politiquerí­as, ni propaganda barata, mucho menos creando falsas expectativas. Hay que poner manos a la obra para crear una entidad que aglutine tanto a entidades nacionales e internacionales conocedoras del asunto, a la iniciativa privada, por lógica, a las autoridades que por ley tienen la responsabilidad de prevenir accidentes, a profesionales de diversas disciplinas, medios de comunicación, entidades especializadas en servir a la comunidad, en fin, a tantos que por tener como objetivo el bienestar de nuestra sociedad puedan contribuir a detener la masacre que viene ocurriendo minuto tras minuto en nuestro paí­s. Debemos confiar que tenemos los recursos necesarios para poder hacer una buena labor en materia de prevención de accidentes. Todo es cuestión de canalizar esfuerzos y buenas voluntades, sin sesgos ni parcialismos de ninguna especie. ¿Qué estamos esperando para hacerlo?, ¿Más niños huérfanos, más viudas, más padres sin sus hijos, sin jefes de familia en los hogares y una indeterminada, como multimillonaria cantidad de dinero en daños y perjuicios tirados por las alcantarillas?